martes, 12 de diciembre de 2017

Epidemia transexual

Louise Frisén está desconcertada. Esta psiquiatra infantil del hospital pediátrico Astrid Lindgren ha visto duplicarse este año el número de niños y adolescentes que llegan a su consulta descontentos con su sexo y buscando ayuda médica.
Se supone que el fin de las iniciativas de ideología de género, aplicadas con especial entusiasmo en Suecia, van encaminadas a proteger a los individuos con una preferencia marcada, no a fomentar el cambio. ¿Cuesta resbaladiza? ¿Qué cuesta resbaladiza?
Vaya, quién iba a imaginar que repetir machaconamente a todas horas y desde todas las instancias que el sexo no existe y el ‘género’ no tiene nada que ver con la biología y puede cambiarse a gusto del consumidor iba a afectar de esta forma a un grupo tan confuso e impresionable como son los niños y adolescentes.
En 2012, leo en el portal ruso de noticia Sputnik, el Astrid Lindgren recibió cuatro casos de este tipo, frente a los 116 casos de 2015 y los al menos 200 que se esperan para este año. De repente, un montón de niños se han dado cuenta de que en realidad son niñas, y una gran cantidad de niñas han caído en la cuenta de que verdaderamente son niños. ¿Quién no estaría dispuesto a creerse algo así?
Naturalmente, los taumaturgos de la modernidad han saltado inmediatamente con la solución: como la disforia está asociada a enfermedades mentales y a riesgo de suicidio, es imprescindible reasignarles un nuevo sexo inmediatamente, con lo que habrá que cambiar la ley, que no permite iniciar un tratamiento hormonal antes de los 16.
Un tratamiento hormonal. Piénsenlo. Veamos:
Lars, a sus 8 años, no juega bien al fútbol, lo le eligen nunca para formar equipo, y empieza a pensar, ayudado por la propaganda constante, que si no brilla como chico podría hacerlo como chica. ¿Por qué no?
Aún no está desarrollado, la atracción sexual aún está latente, está en una edad en la que uno no se hace idea de lo que significa una decisión definitiva -razón por la que los niños no votan, por ejemplo-, cuando se piensa en ser pirata o soldado.
Así que enrolemos al pequeño Lars, antes incluso de que su cuerpo se haya terminado de formar -no digamos su mente- en una vida medicación diaria hasta la muerte. ¿Qué podría salir mal?
Se preguntan por qué puede darse este extraño fenómeno pero, claro, la respuesta ya está lista y empaquetada, y es la misma que hemos visto en todas las ocasiones en que la realidad parece empeñarse en obstaculizar los proyectos de estos Frankenstein sociales: pasa porque ahora se puede, porque ya no hay ‘estigma’.
Es automática.
  • No es que haya más violaciones en Suecia, es que se denuncia más.
  • No es que hayan aumentado los abortos, es que ahora se sabe.
  • No es que antes hubiera menos violencia doméstica, es que callaban.
  • Y así, un argumento que sirve para cualquier cosa, y en este caso para creernos que durante todos estos años un gran número de suecos ha estado viviendo en silencio el drama de saberse suecas, y al revés.
O, mejor, al revés, porque la información indica que, curiosamente y al contrario de lo que sucede en el resto del mundo, son más las chicas que descubren que son chicos que al contrario.
Suecia es el paraíso de la ideología de género, donde no hay moderno disparate que no se haya convertido en ley. La sodomía se legalizó en 1944 y fue el primer país del mundo en permitir a un transexual cambiar legalmente su género en todos los documentos oficiales.
Suecia está estudiando la ‘mili neutral’, que llamará a filas por igual a hombres y mujeres y los alojará y tratará sin distinción de sexo e incluso se ha hecho habitual el uso del recién inventado pronombre personal neutro ‘hen’ en sustitución de los correctamente gramaticales ‘él’ y ‘ella’ para referirse a las personas sin atender a su género, especialmente en colegios y guarderías.
 http://conapfam.pe/2016/09/16/suecia-se-multiplican-los-casos-de-adolescentes-transexuales/

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