viernes, 30 de junio de 2017

Cerebro de hombre, cerebro de mujer


Los científicos desmontan la “teoría de género”: el que nace hombre morirá siendo hombre

Mucha gente sufre e incluso muere porque le han dicho que será feliz si se cambia de sexo. Sin embargo, las diferencias entre hombres y mujeres son biológicas y genéticas y determinan lo que uno es por mucho que se opere o tome hormonas.


Transexual
Transexual / Wikimedia.
La ideología de género se empeña en borrar las diferencias entre hombre y mujer. Y sus imposiciones ideológicas han ido evolucionando hasta llegar a leyes de transexualidad, que permiten el cambio de sexo a menores como la aprobada recientemente por la Comunidad de Madrid.
Durante décadas los llamados “estudios de género” han conseguido imponer la visión de que la identidad de una persona es un componente completamente separado de la identidad sexual. La conclusión a la que han llegado los grupos LGTB y feministas es que las diferencias entre hombres y mujeres son únicamente una “construcción social”.

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Sin embargo, la ciencia ha refutado una y otra vez estas teorías a pesar del silenciamiento que sufre todo aquel que se atreve a cuestionar el pensamiento único en el que se engloba la ideología de género.
De este modo, el profesor de Neurología de la Universidad de Siena, Antonio Federico, afirma de manera categórica que “los datos científicos muestran diferencias claras entre el cerebro masculino y femenino, diferencias que son genéticas, hormonales y en la estructura anatómica y fisiológica, con consecuencias importantes en la función cerebral e incluso de ciertas enfermedades”.
Antonio Federico: “Mujeres y hombres son diferentes no sólo en la anatomía sino también en el uso de uno de los órganos más importantes del cuerpo, por ejemplo el cerebro”
Es decir, ser hombre o mujer no se puede disfrazar con vestimentas, con una operación o con hormonas sino que va más allá. “Mujeres y hombres son diferentes no sólo en la anatomía y en la manera de afrontar la vida sino también en el uso de uno de los órganos más importantes del cuerpo, por ejemplo el cerebro”, agregó. Y es que estas diferencias provocan que un hombre y una mujer tomen decisiones distintas debido a sus diferencias cerebrales.
Por su parte, el prestigioso neurocirujano y profesor en la Universidad del Sagrado Corazón de Roma explica que existen cualidades y comportamientos específicos de cada sexo. “El hombre tiene un cerebro que sigue los esquemas basados en la racionalidad mientras que las mujeres son más intuitivas. Esto significa que las mujeres son mejores en la multitarea, en habilidades sociales y son más empáticas. Los hombres, sin embargo, sobresalen en actividades motrices y son más capaces de analizar el espacio”, asegura, tal y como recoge UCCR.
Estos datos que muestran los científicos son perceptibles en el día a pesar de que el lobby LGTB pretende ocultarlo. De hecho, el conocido conferenciante estadounidense Mark Gungor traduce los argumentos de los científicos a la vida real.

Un extransexual dice lo que hay detrás del cambio de sexo

Sin embargo, muchas personas están sufriendo e incluso muriendo porque se les oculta la verdad. El pensamiento dominante vende que uno puede ser hombre o mujer cuando le plazca pero la realidad es que el problema va mucho más allá.
El extransexual Walter Heyer manda este mensaje al lobby LGTB: “Aunque sus intenciones sean buenas, muchos activistas en favor de la aceptación del transgénero están evitando, en realidad, que las personas transexuales reciban la ayuda que necesitan”.

Walt Heyer escribe la carta 'Yo era una mujer transexual' para concienciar sobre el problema de la identidad de género
Walt Heyer escribe la carta ‘Yo era una mujer transexual’ para concienciar sobre el problema de la identidad de género/SexChangeRegret
Citando su propia experiencia, Heyer asegura que “las personas transgénero no nacen así; evolucionan a partir de experiencias que modelan sus emociones y deseos”.
Él mismo recordaba que pensaba que con el cambio de sexo le llegaría la felicidad pero no fue así. “Con el tiempo descubrí que vivir como una mujer no me daba la paz”, indicó, antes de añadir que “hasta que tomé la decisión de dejar de vivir como Laura y hacer todo lo posible para volver a ser Walt no hallé la paz. Estar abierto a la posibilidad de volver a ser un hombre cambió todo”.

Las estadísticas que muestran la realidad

Pero además las estadísticas son claras y muestran los problemas que se generan por intentar separar identidad y sexualidad. Un estudio publicado en el Journal of Adolescent Health realizado en Boston en 2015 comparó los historiales clínicos de 180 jóvenes transexuales con otro grupo de jóvenes no transexuales.
Las conclusiones son abrumadoras. Los transexuales tenían una probabilidad de dos a tres veces mayor de sufrir trastornos mentales, depresión, ansiedad, pensamientos suicidas e intentos de suicidio y también autolesiones.
Un estudio afirma que después del cambio de sexo, las personas con transexualismo tienen riesgos notablemente más altos de mortalidad y conducta suicida
Los propios autores del artículo admitían que “un porcentaje notablemente superior de pacientes adolescentes y jóvenes transexuales sufrían problemas de salud mental en comparación con los jóvenes cisgéneros (personas que se sienten bien con su sexo)”.
Otro estudio que se publicó en 2011 en PLoS One con una muestra de 300 personas que se habían sometido a un cambio de sexo en Suecia. Las conclusiones son similares al del otro informe.
En este caso, los investigadores aseguran que “después del cambio de sexo, las personas con transexualismo tienen riesgos notablemente más altos de mortalidad, conducta suicida, patología psiquiátrica que el conjunto de la población”. Además, añaden que “nuestros resultados indican que el cambio de sexo, aunque alivia la disforia de género, puede ser un tratamiento insuficiente para el transexualismo, y deberían llevar a mejorar la atención psiquiátrica y médica a este grupo de pacientes tras el cambio de sexo”.
 http://www.actuall.com/familia/los-cientificos-desmontan-la-teoria-de-genero-el-que-nace-hombre-morira-siendo-hombre/

jueves, 29 de junio de 2017

La verdad sobre el transexualismo



Inicio / Polémicas
Adaptar el cuerpo a la mente, un derecho; la mente al cuerpo, transfobia

Las numerosas incongruencias del transexualismo evidencian su condición de ideología anticientífica

Las numerosas incongruencias del transexualismo evidencian su condición de ideología anticientífica
La agenda de los ideólogos de género se está aplicando a una velocidad irresponsable, dada la escasez de conocimientos ciertos sobre las causas del transgenerismo.
14 marzo 2017

Pese a la totalitaria uniformidad de los grandes medios en apoyo a la ideología de género, no hay fundamento objetivo alguno que justifique la intervención hormonal o quirúrgica de un niño que alegue pertenecer a un sexo contrario al suyo.

Denny Burk es profesor de Estudios Bíblicos en el Boyce College y en el Southern Baptist Theological Seminary, y presidente del Council for Biblical Manhood and Womanhood. Andrew T. Walker es director de Estudios Políticos en la Comisión para la Libertad Religiosa y la Ética y estudiante de doctorado en Ética Cristiana en el Southern Baptist Theological Seminary.


Denny Burk (izquierda) y Andrew Walker (derecha) completan un demoledor análisis lógico de la ideología de género.

Juntos elaboran en The Public Discourse una articulada respuesta al polémico número de enero de este año de National Geographic, que presenta un niño que dice ser una niña como emblema de una "revolución del género" convertida (visto lo que ha pasado con el autobús de HazteOir) en una ofensiva totalitaria contra la libertad de expresión y la libertad de enseñanza:



El número de enero de 2017 de la revista National Geographic está dedicado a explorar lo que denomina la “Revolución de género”, un movimiento revolucionario post-sexual que busca deconstruir la idea tradicional sobre el cuerpo humano, el dimorfismo sexual varón-mujer y el género. En un artículo titulado "Volver a pensar el género", Robin Marantz Henig cita la evolución de las normas sobre el género como justificación de la revolución de género. Pero la argumentación de Henig no sólo no convence, sino que está basada en una propuesta radical sobre la naturaleza humana contraria tanto a la ley natural como a la antropología bíblica.

El propósito de nuestro ensayo no es examinar cada uno de los aspectos del género que Henig explora. Es, más bien, examinar algunos de los errores más flagrantes de su artículo. Algunas de las críticas que leerán no se aplican sólo al artículo de Henig; pueden aplicarse también al problema filosófico más amplio inherente en el movimiento transgénero.

Identidad de género, confusión de categoría e inconsistencia moral
Lo primero, y más problemático, es que Henig no ofrece un argumento sólido que apoye el hecho de que la percepción interna y propia que tiene una persona de su "identidad de género" determine su género, o tenga una autoridad mayor que su sexo biológico. El ensayo ofrece testimonios de personas que declaran que su identidad de género es contraria a su sexo biológico. Pero el testimonio solo no basta. Afirmar un derecho no demuestra la autenticidad de este derecho. A los lectores no se les ofrece ningún dato que explique por qué debemos considerar que la afirmación sobre la propia identidad de género es una realidad en lugar de ser un sentimiento subjetivo o una percepción de sí mismo.

Éste es, claramente, el quid de la cuestión que plaga el movimiento transgénero: no está basado en las pruebas, sino en la ideología de un individualismo expresivo, en la idea de que la propia identidad es autodeterminada, que la persona en cuestión debe realizar esa identidad y el resto debe respetar y afirmar esa identidad, sin importar cuál sea. El individualismo expresivo no necesita un argumento moral o una justificación empírica para sus reclamaciones, por muy absurdas o controvertidas que sean. El transgenerismo no es un descubrimiento científico, sino un compromiso ideológico previo sobre la ductilidad del género.

Segundo, Henig redacta una falacia cuando vincula las condiciones intersexo y transgenerismo. Son dos categorías muy distintas. "Intersexo" es un término que describe una variedad de condiciones que afectan al desarrollo del sistema reproductivo humano. Estos "desórdenes del desarrollo sexual" tienen como resultado una anatomía reproductiva atípica. Algunas personas intersexo nacen con "genitales ambiguos", lo que dificulta determinar su sexo en el momento de nacer.

Es precisamente en este punto en el que la intersexualidad se distingue totalmente del transgenerismo. Quienes se definen como transgénero no tienen que lidiar con la ambigüedad en lo que atañe a su sexo biológico. El transgenerismo tiene que ver con la variedad de formas con las que lidian las personas que sienten que su identidad de género no coincide con su sexo biológico. Por consiguiente, las identidades transgénero se construyen sobre un sexo biológico que, claramente, se sabe cuál es.

La intersexualidad y el transgenerismo son como las manzanas y las naranjas, pero leyendo el artículo de Henig esto no llega a saberse. A los que están impulsando la revolución de género les interesa confundir las categorías. Creen que si pueden demostrar que el sexo biológico es un amplio espectro en lugar de ser un binarismo podrán destruir el esencialismo de género. Pero las condiciones intersexo no desmienten el binarismo sexual. Son desviaciones de la norma binaria y no el establecimiento de una norma nueva. Por lo tanto, la experiencia fisiológica de la intersexualidad es una categoría diferente respecto a las construcciones psicológicas de la disforia de género y el transgenerismo. Henig vincula de manera problematica estas dos categorías para enturbiar la identidad de género y la anormalidad médica e igualarlas.


El transgenerismo es algo distinto a la intersexualidad, que no niega el hecho de que los seres humanos somos o varones o mujeres. En la imagen, José Luis López Vázquez en Mi querida señorita (1972) de Jaime de Armiñán, una delicada aproximación al caso de una mujer que, en plena madurez, descubre que en realidad es un hombre.

En el mismo artículo Henig cita un estudio que vincula la disconformidad de género con el autismo. Cualquier conclusión que este estudio pretenda establecer, no valida una supuesta identidad transgénero. Como mucho, puede establecer una correlación entre la disconformidad de género y el autismo, pero ni una causalidad, ni una corroboración de la ideología transgénero. De nuevo, aceptar indiscriminadamente que la propia identidad de género es contraria al propio sexo biológico no es más que ideología sin ningún tipo de prueba o dato empírico que apoye dicha afirmación. Es metafísicamente imposible verificar la afirmación según la cual la identidad de género que uno declara confirma una comprensión más exacta del propio género que del propio sexo biológico.

La última página del artículo de Henig apoya la mutilación de menores de edad con una foto a toda página de una chica de diecisiete años, con el torso desnudo, que se ha sometido recientemente a una doble mastectomia para empezar su "transición" a chico. ¿Por qué los ideólogos del transgenerismo consideran perjudicial que se intente cambiar la mente de un niño de este modo y, en cambio, consideran un progreso mostrar su pecho desnudo y mutilado para un tema de portada? Los ideólogos del transgenerismo como Henig nunca afrontan la contradicción ética que hay en el centro de su paradigma. ¿Por qué es aceptable alterar quirúrgicamente el cuerpo de un niño para igualar la visión que tiene de sí mismo y, en cambio, es un fanatismo intentar cambiar la visión que tiene de sí mismo para que iguale a su cuerpo? Si es un error intentar cambiar la identidad de género de un niño porque es inamovible e interferir sería perjudicial, ¿por qué es moralmente aceptable alterar algo tan inamovible como la anatomía reproductiva de un menor? La inconsistencia moral es evidente.

Ciencia poco convincente y afirmaciones contradictorias
Tercero, el artículo hace referencias indirectas a la "Teoría del cerebro sexual" con el fin de apoyar la conclusión más amplia de que las identidades de género ampliadas son inmutables, objetivas y una expresión auténtica del género real de una persona. Henig es justamente consciente de las deficiencias de la teoría del cerebro sexual pero, sin embargo, al final fracasa en su intento de ofrecer legitimidad a las reclamaciones del transgenerismo a la luz de la falta de resultados concluyentes de los estudios científicos sobre esta cuestión.

Por esta razón su argumentación es, en última instancia, poco convincente y problemática: no hay un consenso científico sobre lo que causa el transgenerismo. Las teorías sobre el cerebro sexual son hipótesis, pero Henig escribe como si la revolución a la que ahora nos enfrentamos fuera sana y sólida y tuviera que ser aceptada sin cuestionarla. Si Henig admitiera la falta de certeza en lo que respecta al transgenerismo, supondría desbaratar la certeza sobre la que se basa el artículo (y toda esta cuestión). Henig fracasa al abordar sus hipótesis y admite que las categorías descritas en el artículo están basadas en la teoría, no en hechos.

Cuarto, más allá del artículo de Henig, el reportaje de National Geographic está plagado de declaraciones contradictorias e incoherentes. Por ejemplo, la sección titulada "Ayudando a las familias a hablar sobre el género" aconseja: "Entender que la identidad de género y la orientación sexual no puede cambiarse, pero que el modo como las personas identifican su identidad de género y su orientación sexual puede cambiar a lo largo del tiempo a medida que descubren más sobre sí mismas". La primera mitad de la frase afirma la inmutabilidad de la identidad de género, pero la segunda mitad declara que el conocimiento de uno mismo sobre estas cuestiones puede cambiar a lo largo del tiempo. Pero si ya hemos definido nuestros términos, ¿no es esto una contradicción? La identidad de género no es una categoría objetiva, sino subjetiva. Es el modo que tiene una persona de percibir su ser hombre o mujer (Yarhouse, pp. 16-17). Si esta percepción es fija e inmutable (como afirma la primera parte de la frase), entonces es incoherente decir que el conocimiento de uno mismo puede cambiar a lo largo del tiempo (como afirma la segunda parte de la frase). El conocimiento que uno tiene de uno mismo puede cambiar o no, pero no pueden ser ambas cosas. Es una contradicción desconcertante contenida en una misma frase, pero esto no parece importarle al autor.

Además, la afirmación de que las identidades transgénero son tan fijas e inmutables como la orientación sexual es, sencillamente, algo que no está sostenido por ningún tipo de consenso científico. Según un importante informe publicado por Lawrence Mayer y Paul McHugh en The New Atlantis, "las pruebas de que las cuestiones relacionadas con la identidad de género tienen un alto índice de persistencia en los niños son escasas". De hecho, aproximadamente el 80% de los niños que experimentan sentimientos transgénero resuelven totalmente sus dificultades sin ninguna intervención tras alcanzar la pubertad. Decir que las identidades transgénero son fijas e inmutables es, sencillamente, incorrecto.

¿Qué es lo que requiere realmente la justicia?
Quinto, toda esta cuestión plantea la revolución de género como la próxima frontera de la justicia social. Esto es tener realmente poca visión de futuro visto el ritmo acelerado con el que se implanta la revolución de género a América. Pero encuadremos de nuevo elementos de la discusión que han sido omitidos en el artículo de Henig y en todo este número de la publicación:

- ¿Por qué debería aceptar la sociedad una teoría de género que tiene un recorrido histórico tan breve?

- ¿Por qué no pedir que se investigue si ciertos entornos son la causa de estas nuevas experiencias en la historia humana?

- ¿Por qué no se analizan los elementos politizados del transgenerismo, respaldados por un movimiento LGBT agresivo?

- ¿Por qué omitir la historia contestada detrás de este movimiento, a saber, que la comprensión de que la confusión de género es una patología que puede ser sanada más que una norma que debe ser abrazada, habitual hasta hace poco, es ahora estigmatizada, si no eliminada de la historia?

- ¿Por qué esta prisa en aceptar la afirmación de que alguien es miembro del sexo opuesto o de que no posee género de ningún tipo?

- ¿Por qué la justicia requiere que se acepte una medicina que mutila las partes que funcionan de un cuerpo, todo en nombre de la identidad de género?

Henig no acepta ninguna voz discrepante que cuestione la validez de las identidades transgénero. Su artículo, y toda la revista en conjunto, da por hecho la idea de que la compasión y la justicia median sólo si se aceptan las controvertidas teorías contenidas en la publicación. Nosotros lo rechazamos totalmente.

Por último, el artículo fracasa al exponer las conclusiones derivadas de su premisa. En una leyenda podemos leer:

"Henry era varón al nacer, pero se considera 'de género creativo'. Se expresa a través de su peculiar sentido de la moda. Sus padres le han matriculado en el Bay Area Rainbow Day Camp, donde puede encontrar el vocabulario para explicar sus sentimientos. Con seis años, está muy seguro de quién es".

Esta leyenda es radicalismo desenfrenado. Nadie con seis años está seguro de quién es. Una afirmación radical sin formarse un juicio no es un planteamiento sano para los padres o una estrategia regulatoria factible para la sociedad. ¿Realmente se supone que los padres deben evitar cualquier forma de juicio y doblegarse a los fugaces caprichos de sus hijos? ¿Debe extenderse esto a todos los sujetos?

En un determinado momento, Henig describe a una persona que está buscando una identidad con la que "sentirse bien". Esto es alarmantemente subjetivo y está sujeto a reinterpretaciones infinitas de uno mismo. Lo que puede ser "sentirse bien" para una persona no ofrece un camino a lo que está bien. Éste es también un ejemplo de por qué la revolución de género consiste en "aljibes agrietados que no retienen agua" (Jer 2, 13). Como demuestra un vídeo que se ha hecho viral, usar los términos "identidad" e "identificar" junto al término "género" lleva a unas afirmaciones frívolas y ridículas que, en conciencia, sabemos que son falsas. Y, desde luego, esto es lo más problemático de este artículo: aceptar las afirmaciones en él contenidas implica eliminar nuestra conciencia. Significa burlarse de la "ley escrita en el corazón" de la que es testigo nuestro cuerpo en su complementariedad. Como demuestra este artículo, no hay limites a la revolución sexual y de género: sólo el despertar de la carnicería humana que resulta de eliminar la verdad.

Henig hace una admisión sorprendente y llamativa casi al final de su ensayo: "La biología tiene la costumbre de manifestarse en el tiempo". En esto Henig tiene razón. La humanidad no puede escapar de los límites grabados en ella. Es imposible transgredir los límites biológicos impresos en la naturaleza humana sin que se deshagan las categorías fundamentales de la existencia humana. Si algo nos dice la historia del National Geographic es que una sociedad que desciende por el camino de la experimentación voluntarista acaba en la desgracia y niega el propósito humano. En verdad, este movimiento nacido de intelectuales afectados y mitología progresista no es nada más que la barbarie disfrazada.

Traducción de Helena Faccia Serrano (diócesis de Alcalá de Henares).
 http://www.religionenlibertad.com/las-numerosas-incongruencias-del-transexualismo-evidencian-condicion-ideologia-anticientifica-55207.htm

miércoles, 28 de junio de 2017

Madre de alquiler se suicida

Por su interés reproducimos la carta de una madre de alquiler publicada en el diario La Región:
Esta carta te la debo desde el día en que naciste. Ni siquiera me dejaron verte: sentí trastear entre mis muslos, sentí el cuerpo abierto de dolor, y enseguida te sentí llorar. Fue un ay y un adiós. “Intenta descansar”, me dijeron; pero los vi como a hienas, ensangrentados, saliendo a todo correr con el festín de mis entrañas.

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Todas éramos adultas, libres, altruistas -nos decían- para tomar la decisión de hacer felices a otras personas. Pero no. Yo lo hice por dinero. Durante nueve meses dispusieron de mí: me obligaron a seguir una dieta específica, a no fumar, a no beber, a no tener relaciones sexuales con extraños; y me fueron pagando mes a mes, para tenerme controlada. El resto me lo dieron al final, todo junto, como a Judas.
Sé que existen países en donde se puede comprar una esposa; yo no fui propiedad de ningún hombre, pero arrendé mi cuerpo. El contrato que firmé no me permitía ni siquiera abortar. Fui una ramera: el útero es más íntimo aún que la vagina.
“Negociaban con nuestros vientres, nos insistían en que estábamos haciendo una obra de caridad, en que éramos buenas samaritanas”
En la clínica –se me antojaba una granja de conejas parideras- en la que negociaban con nuestros vientres, nos insistían en que estábamos haciendo una obra de caridad, en que éramos buenas samaritanas; estéril alegato: una mujer rica jamás cederá su cuerpo para que una pobre pueda tener un bebé; es más, conociendo nuestras procedencias, los ricos ni nos dejarían entrar en sus hogares.
Tus padres, bueno, los que pagaron por ti, eran una pareja de homosexuales acaudalados y esnobs. Una noche, en cama, los senos turgentes como un balón, el ombligo brotado como un níspero, mientras sentía tus piececitos golpear en mi conciencia sentí rabia: ‘Estos deben pensar que les cuesta igual a ellos echar un flato que a una mujer parir un hijo’. Seguro que lo entenderás cuando seas mayor. Espero que también se lo reproches: a mí me quedó lidiar con esta culpa que me mata; ellos tendrán apoyo psicológico y permiso por maternidad en su país.
Hasta he llegado a maliciar que, con tal de no tener dolores de parto, ni estrías, ni senos caídos, algunas mujeres pijas, en el futuro, podrán encargar un hijo como se encarga un cake en la tahona. 
Dicen que no tenemos ningún vínculo, pero yo no soy un marsupial: de mí recibiste las proteínas y el alimento que necesitabas; y hubieses recibido mi anemia, o mis infecciones, si las hubiese tenido.
“Dicen que soy una mera incubadora; pero el amor se siente, no se razona: un padre, aunque lo obligue la ley, no lo es por un encuentro fortuito”
Dicen que soy una mera incubadora; pero el amor se siente, no se razona: un padre, aunque lo obligue la ley, no lo es por un encuentro fortuito; una madre siempre lo será, así la parta en dos la justicia salomónica.
Dicen que la paternidad es un derecho: lo sería si todos los huérfanos lo tuvieran primero a ser adoptados. A todo esto no sé cómo te llamas, ni si estás bien, ni si siquiera existes. ¿Y si a pesar de mis cuidados hubieses nacido enana o con síndrome de Down? ¿Devolverían el producto? Quiera Dios no estés en un orfelinato.
El fin no justifica los medios. Lo mío fue un contrato mercantil: Dignidad subrogada, cosificación, trata de vientres, estraperlo de bebés: rotura de principios, no de tabúes. La maternidad es fuente de vida, no de ingresos. Y no, no he donado un órgano. He vendido un ser vivo.
 Ya no merezco seguir viviendo. 
Esta carta (no sé cirílico) la encontraron en el bolso de Svitlana. A Svitlana, una mujer joven, la encontraron flotando en el río Niéper. En Ucrania es legal la gestación subrogada.
http://www.actuall.com/vida/la-conmovedora-carta-de-una-madre-de-alquiler-he-vendido-un-ser-vivo-ya-no-merezco-seguir-viviendo/

martes, 27 de junio de 2017

La verdad sobre la gestación subrogada

El debate sobre la gestación subrogada (término eufemístico que pretende maquillar pdfla realidad de la mujer que se ofrece a gestar a cambio de dinero) está servido en el ámbito político y social.
Los grandes defensores de la legalización de los “úteros de alquiler” son los grupos LGTBI, en contra de determinados movimientos feministas que la combaten abiertamente -por considerarla una violación de la dignidad de la mujer- y los grupos defensores de la familia, que lo califican como un atentado contra ésta, la unidad del matrimonio, la maternidad, la mujer y el propio hijo.
Pero parece que el empuje de los grupos LGTBI y la ideología de género que los sustenta, está pudiendo contra todos en la pretensión de la legalización de esta práctica, con la aquiescencia de algunos partidos políticos. Por cierto, la pretendida legalización de esta forma de gestación solo en caso de que no medie pago económico, es ingenua e irreal. En países donde se ha propuesto esta opción, la práctica ausencia de mujeres que acepten gestar altruistamente sigue desplazando a los demandantes hacia países en los que la legalización sí conlleva el pago del “servicio”.
La evidencia científica ha establecido bien la trascendencia de la relación materno-fetal en la evolución y el desarrollo del feto y en el establecimiento de vínculos de apego entre madre e hijo que serán decisivos en su desarrollo postnatal.
La concepción del embarazo como si se tratara de una mera “incubación” biológica, un proceso de nutrición aséptico, sin más vínculos entre madre e hijo que el desarrollo biológico, supone un grave error científico y antropológico, que deshumaniza a la mujer y a su hijo, devaluando la dignidad que ambos poseen como seres humanos.
Gestar, renunciando a sabiendas a la maternidad posterior, es antinatural. Además es nefasto para la mujer que gesta, que en muchos casos cambia de opinión tras la gestación reclamando la maternidad del hijo nacido. Pero es también un atentado a la dignidad del hijo, que tiene derecho a un padre y una madre, que desea conocer, y que le deben cuidados y cariño.
Y no lo decimos nosotros, lo ha dicho el Pleno del Parlamento Europeo el 30 de noviembre de 2015 en el “Informe Anual sobre los Derechos Humanos y la Democracia en el mundo 2014” y la política de la Unión Europea en la materia, en el que se declara: “Condenamos la práctica de la maternidad de alquiler, puesto que atenta contra la dignidad humana de la mujer desde su cuerpo y sus funciones reproductivas, puesto que se utiliza como una mercancía. Consideran que la práctica de la subrogación gestacional que implica la explotación de reproducción y el uso del cuerpo humano con fines de lucro o de otro tipo, en particular en el caso de las mujeres vulnerables en los países en desarrollo, estará prohibida y tratado como una cuestión de urgencia en los instrumentos de derechos humanos.”
Si parece perjudicar a tantos ¿a quién beneficia, como para soportar tanta presión hacia su legalización? Pues fundamentalmente a los que consideran la paternidad y maternidad como un derecho, en beneficio personal, supeditando los demás derechos de los afectados a la consecución de sus pretensiones. Entre estos se encuentran varones y mujeres, que sin pareja, reclaman la paternidad y maternidad, parejas heterosexuales con problemas de esterilidad o simplemente de hedonismo, que les hace evitar las “molestias” de un embarazo, y parejas homosexuales o en las que uno de los miembros es transexual, cuyas relaciones sexuales son estériles por naturaleza.
Pero parecen ser éstos últimos (representados por los colectivos LGTBI) los protagonistas de la presión ideológica y mediática en pos de su legalización, muy sensibles al deseo de paternidad y maternidad, y muy beligerantes en su defensa, pero no tanto respecto a las consecuencias de su decisión sobre la mujer y su hijo. La primera, porque que mercantiliza su cuerpo, y fractura su persona por la escisión que supone gestar a un hijo al que se ha decidido abandonar, debiendo contradecir el impulso de donación e intimidad que naturalmente se establece entre una madre y su hijo. El segundo porque sufre indefenso una decisión que le priva del derecho a conocer y ser cuidado y querido por la madre que le gestó, y a ser gestado por ser amado.
No todo el que esgrime en sus demandas el derecho a la libertad, la defiende realmente. No parece que pagar a una mujer para geste y renuncie al hijo que pare, por dinero, suponga un avance importante en la conquista de sus libertades. Ni contribuimos al respeto de los derechos del niño, cuya madre gestante lo “vendió” a otra persona. Y esto es lo más grave, porque se trata del derecho a ser querido por lo que es en sí mismo, por quien lo ha engendrado, gestado, parido y criado, que lo debería haber hecho porque lo ama, porque vale y merece cuidado de persona; y no tanto como objeto de satisfacción de pretendidos derechos de paternidad y maternidad que deben ser conseguidos a toda costa, desgraciadamente a costa de mujeres pobres y niños indefensos.

lunes, 26 de junio de 2017

La cirugía no arregla la transexualidad


Un médico alerta a los transexuales: el problema no se arregla con cirugía

El médico Jaime Vierna, patólogo del hospital “Virgen de los Lirios” de Alcoy, y máster en bioética por la Universidad Católica de Valencia, ha escrito una carta dirigida a los transexuales, en Religión Confidencial en la que advierte de posibles decepciones.


Un médico alerta a los transexuales de las decepciones de la cirugía.
Por su interés reproducimos la carta abierta del doctor Jaime Vierna a los transexuales en Religión Confidencial:
“En 1979 dirigió José Luis Garci una película casi olvidada que tituló “Las verdes praderas”. Contaba la historia de un hombre que, en su aspiración por alcanzar una posición social que le prometía una vida despreocupada y feliz, sacrificó cuanto fue necesario. Alcanzó, finalmente, el objeto de su deseo, y descubrió entonces que la realidad no se correspondía con lo que él había esperado: había corrido tras un señuelo, y al final del largo camino se encontraba sólo con la decepción y el dolor por las ocasiones de felicidad perdidas. El argumento quedaba resumido en el lamento del protagonista: -¡”Me han engañado, coño! ¡Me han engañado!”.

Fotograma de 'Las verdes  praderas'.
Fotograma de ‘Las verdes praderas’.

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La enseñanza de esta película es aplicable a infinidad de situaciones reales de nuestra vida, pero me viene a la cabeza estos días con insistencia cuando considero la condición “transexual”, levantada recientemente como bandera de concepciones sociales encontradas.
Ahora, cuando se atenúan ya los ecos de la refriega, quisiera considerar despacio la situación de esas personas que no se encuentran “en casa” con su cuerpo masculino o femenino, y buscan la manera de cambiar las cosas. Por respeto a ellos y a su dolor quizá merezca la pena considerar las cosas con cierto detenimiento, no vayan a encontrarse, al final de un camino profundamente traumático, repitiendo el lamento del protagonista de “Las verdes praderas”.
¿Qué les ofrecemos hoy a estas personas para mejorar su situación? En esencia, hormonas y cirugía. De los cuatro aspectos de la diferenciación sexual –cromosómico, hormonal, genital y psíquico-, esos tratamientos persiguen adaptar dos de ellos al último.
La dimensión cromosómica del sexo resulta, para nuestras posibilidades, “incorregible”, pero las hormonas proporcionan los caracteres sexuales secundarios deseados
Evidentemente, la dimensión cromosómica del sexo resulta, para nuestras posibilidades, “incorregible”, pero las hormonas proporcionan los caracteres sexuales secundarios deseados, y la cirugía sustituye un pecho prominente por otro plano, y elimina los órganos genitales vividos como “ajenos” para sustituirlos por otros, acordes con el sentimiento de la persona (ya que, como sabemos, los hombres tienen pene y las mujeres tienen vulva).

Preparación del cambio de sexo

Sólo que resolver esta “fractura” de la persona no es tarea fácil, y ni siquiera es cierto que así vayamos a conseguirlo. La cirugía de cambio de sexo no es un procedimiento menor: exige una preparación previa, física y psíquica, físicamente costosa y humanamente traumática, y, tras exponerse a riesgos de salud nada desdeñables, se alcanza, en el mejor de los casos, sólo la “apariencia” de los genitales deseados. Que resultan, además, disfuncionales, y que van a condenar a esta persona a la esterilidad: una sexualidad herida. 
Los nuevos órganos genitales no son lo deseado por el paciente, no resuelve su situación. Y, frecuentemente, tras ese largo y complicado proceso en busca de la plenitud, se encuentran donde no querían. Y, lo que es peor: sin espacio para el arrepentimiento, sin billete de vuelta.
Hay algunos ejemplos dramáticos en los que la propia persona (el interesado, la víctima) ha optado por eliminarse físicamente, más incapaz que antes de reconciliarse con su nuevo estado.

Camino sin retorno

Verdaderamente, si nos enfrentamos a este problema con los ojos abiertos y sin prejuicios, con sincero deseo de ayudar, tenemos que reconocer que lo que se les ofrece ahora a los transexuales es una mala solución. Y la razón es que los órganos sexuales no son la causa del problema. Son sólo la manifestación exterior de una realidad más profunda, que se enraíza en el núcleo del ser de esa persona, y a la que no podemos acceder.
No conseguimos transformar a un hombre en una mujer, sólo podemos transformarlo en un hombre afeminado y mutilado
Por eso no funciona: porque eliminar una manifestación no elimina lo manifestado en ella. Por eso no conseguimos transformar a un hombre en una mujer, sólo podemos transformarlo en un hombre afeminado y mutilado; y a una mujer no podemos convertirla en un hombre, sino en una mujer virilizada y mutilada. En ambos casos, la imposibilidad de una plenitud humana, la imposibilidad de la felicidad.
Debemos preguntarnos si es ésa la única posibilidad, si no es posible aspirar a otra cosa, aspirar a más. Debemos preguntarnos si no podríamos actuar, en primer lugar, sobre la dimensión psíquica, la única dimensión, al fin y al cabo, originariamente discordante.
De la misma manera que actuamos en otros casos de disociación psicosomática. Sé que en algunos lugares se ha empezado por prohibir esa posibilidad, pero creo que no lo han pensado bien, y que se merece una consideración detenida y sin prevenciones.
En primer lugar, porque no conduce a un camino sin retorno como en el caso de la cirugía, y deja espacio para el arrepentimiento -algo profundamente humano, no lo olvidemos-; en segundo lugar, porque no cierra ningún otro camino si los resultados no son satisfactorios -no excluye, por tanto la misma cirugía, llegado el caso-; y, en tercer lugar, porque es lo único aceptable para la larga tradición médica que nos dice que debe elegirse la posibilidad menos lesiva, el mal menor.
El clásico Primum, non nocere – “lo primero, no dañar”– de nuestro clásicos: lo que nuestros bioéticos llaman ahora principio de no-maleficencia: no poner las cosas peor”.
http://www.actuall.com/familia/un-medico-alerta-a-los-transexuales-el-problema-no-se-arregla-con-cirugia/

viernes, 23 de junio de 2017

Psiquiatras y psicólogos contra la adopción homosexual

Psiquiatras y psicólogos expertos consideran gravisimo para los niños ser adoptados por homosexuales



Los expertos coinciden en que es una «terrible injusticia» que el adoptado no pueda contar con un padre y una madre
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México 20 Octubre 2016.- Un gran número de psicólogos, psiquiatras y pedagogos se muestran contrarios a la adopción de niños por parte de homosexuales. Sin embargo, estos argumentos científicos no son atendidos por el Gobierno socialista, que mantiene su pretensión de legislar los matrimonios homosexuales y las adopciones.
Los expertos inciden en que el debate social que se está generando es erróneo, pues se centra en defender los derechos de los homosexuales a adoptar, pero se olvida de que es el niño el depositario de este derecho. La Declaración Universal de los Derechos del Niño recoge este principio al establecer que el interés superior del niño debe ser el principio rector de los responsables de la educación del menor.
 
En una encuesta realizada por "LA RAZÓN" se pregunto lo siguiente ¿ES BENEFICIOSO PARA LOS NIÑOS QUE SEAN ADOPTADOS POR HOMOSEXUALES?
 
   Aquilino Polaino, Catedrático de Psicopatología
   «Al adoptado se le debe educación y afecto; es una terible injusticia que no pueda contar con el modelo de padre y madre, conforme a su naturaleza, indispensable para la formación de su propia identidad de género. Cualquier persona sin esa identidad está incompleta en lo más íntimo. Y si se adopta un niño es para hacer de él una persona plena».
 
   A. Vallejo-Nágera, Psicóloga
   «No deseo a ningún niño lo que no he deseado para mi misma. Me gusta, siempre me gustó, tener un padre y una madre. Cualquier otra combinación de progenitores me parece incompleta e imperfecta», declara la colaboradora habitual de prensa y radio y autora de “Hijos de padres separados”».
 
   Juan José López-Ibor, Pte. Asoc. Mundial de Psiquiatría
   «Un niño “paternizado” por una pareja homosexual entrará necesariamente en un conflicto en sus relaciones personales con otros niños. Se comportará psicoló- gicamente como un niño en lucha constante con su entrorno y con los demás. Creará frustración y agresividad. ¿Y cuántas cosas más? En definitiva, un ensayo que repercutirá en su persona».
 
   Eduardo Bonelli, Psicólogo infantil
   «Si no cuidamos la familia española, nuestra sociedad no podrá mejorar ni avanzar en ninguno de sus aspectos. Una familia necesita el equilibrio de un buen padre y una buena madre porque nadie los puede sustituir. Un niño necesita emocionalmente contar con ellos para poder evolucionar como ser humano».
 
   Enrique Rojas, Catedrático de Psiquiatría
   «El ser humano necesita firmeza y flexibilidad, autoridad y condescendencia, corazón y cabeza, fortaleza y ternura. Se trata de características complementarias que son aportadas por el padre y la madre. Es imposible una educación completa en un ambiente homosexual. Es antinatural condenar a un niño a una educación privada de padre o madre».
 
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   Charo Glez. Martín, Pedagoga
   «La sexualidad no es algo anecdótico por eso, ignorarla es prescindir de una realidad que al final se impone. El acoger a un hijo y educarle implica todo el ser, y por ello influye la orientación sexual. Los niños y niñas necesitan de la dualidad y su falta supone unas carencias insustituibles».
 
   Mónica Fontana, Especialista en Terapia Familiar
   «Si la relación entre dos mujeres o entre dos hombres es natural, ¿por qué hay una imposibilidad biológica para procrear? Además, está comprobada la mayor promiscuidad de las uniones homosexuales, que se rompen cuatro veces más. Imaginemos las consecuencias sobre los niños –tan necesitados de seguridad y de estabilidad– por un segundo abandono».
 
   Eduardo Ortiz, Psicopedagogo
   «La adopción de niños se presenta como un “derecho” para los homosexuales. Pero los discursos sobre derechos y deberes dependen también de un trasfondo de creencias y valores. Hoy precisamente, ese trasfondo está en crisis. ¿Cómo puede plantearse así la adopción de parejas homosexuales?».
 
   Jose María Sémelas, Psicoterapeuta
   «Realmente hay un consenso generalizado entre los psicólogos y los psiquiatras de que el niño o niña, por su propia naturaleza humana en formación y desarrollo continuo, necesita de un padre y de una madre y no del rol o papel que se le quiera dar a éstos», declara el psiquiatra madrileño.
 
   Fernando Trullols, Psiquiatra
   «La adopción por homosexuales, sin perder nunca el enfoque humano hacia esas personas, es inadecuada. Un niño necesia complementariedad hombre–mujer, que no se le prive de lo que ha funcionado bien durante miles de años: una familia. El interés superior del niño debe ser lo más importante». josé domingo pérez Psicólogo «Lo primordial no es el derecho a adoptar, sino el derecho de un niño que carece de padres a ser adoptado. Y, además, ser adoptado por las personas idóneas. ¿Es capaz una pareja de homosexuales de educar a un niño en todas sus posibilidades?».
 
   Vicente Villar, Doctor en Farmacia
   «Lo importante es ver si la adopción por parte de personas homosexuales es buena para los niños. El equilibrio de los dos sexos es fundamental para el desarrollo evolutivo infantil. El niño tiene derecho a ser adoptado por una pareja heterosexual para no quedar polarizado en una única dirección sexual».
 
   Jose Ignacio Prats, Psicopedagogo
   «El niño establece vínculos distintos y complementarios con el padre y con la madre. Tiene derecho a desarrollarse y a alcanzar su identidad personal donde experimente las características específicas de la feminidad y la masculinidad. No es lícito experimentar con seres humanos. Es un error antropológico».
 
   Gloria Tomás, Médico
   «Las leyes naturales establecen la alteridad sexual. De ahí surgen los hijos y ahí se ampara su protección. La adopción de homosexuales va contra la naturaleza y la felicidad humana. Supone por tanto una perversión de lo que la persona está llamada a ser»
 
   Josefina Eugui, Médico
   «La adopción de niños por homosexuales no debe ser legalizada por que debe tenerse en cuenta el bien del niño. Lo mejor para éste es la familia natural formada por un hombre y una mujer. Los estudios científicos sobre el buen resultado de la adopción por homosexuales son pocos y con fallos de realización».
 
   Javier Romero, Médico
   «La maternidad y la paternidad no son un derecho, son un acto de generosidad de los padres. Los niños que no han conocido el rol masculino o el femenino tienen una mayor tendencia a la homosexualidad que los que se han criado en familias compuestas por padre y madre, según lo demuestran los estudios»
 
   Carmen Ávila de Encío, Psicóloga
   «La psicología homosexual es contraria a la ordinaria de un varón o mujer. La orientación sexual antinatural nunca puede constituir un derecho, y esta orientación desviada propondrá modelos de conducta no adecuados. El niño tiene derecho educado en la normalidad».
 
   J. Manuel Carbonell, Psicólogo
   «En condiciones “normales” las aportaciones del padre y de la madre son mucho mejores que otros modelos. Desde los poderes públicos se debería apoyar a los padres que tienen dificultades para formar a sus hijos. Esto tendría un coste mucho mayor pero sería más rentable para la sociedad»
 
   Mar Sánchez, Psicóloga
   «El planteamiento de la paternidad es un acto de generosidad. La verdadera vocación de la paternidad no habla de los derechos de los padres, sino de los derechos de los niños. La práctica totalidad de expertos en la formación y educación de los niños se muestran contrarios a la adopción por homosexuales».
 
   Salvador Peiró, Pedagogo
   «La adopción de los niños está pensada para la salvaguarda del menor, para evitarle procesos educativos malformantes, de acuerdo con la dignidad que todo sujeto posee intrínsecamente. En general, y en todos los casos, el menor ha de prevalecer ante el adulto».

 Fuente: Marcaba

jueves, 22 de junio de 2017

No existe el tercer sexo

No existe el tercer sexo. Sino dos únicos sexos: varón y mujer. Y el transexual, término que introduce en la Medicina el endocrinólogo norteamericano Harry Benjamin, se refiere a pacientes con patologías congénitas, pero no a la existencia de un tercer sexo. De hecho, Benjamin consideraba que la persona de sexo ambiguo debía ser tratada y corregida de acuerdo con la identidad de género predominante: o varón o mujer.
Pero con el tiempo, el término médico ha ido distorsionándose en manos de los colectivos LGTB hasta adquirir un significado social, cultural y política que poco o nada tiene que ver con aquellos casos patológicos –por otro lado, sumamente excepcionales, como acredita la literatura médica-.

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Resumimos en diez puntos lo que la ciencia dice al respecto.
  1. Las personas nacen varones y mujeres, no hay término medio.- Lo primero que constatan la Medicina (a través de la genética, urología, ginecología, pediatría) es que las personas nacen o varones o mujeres, no existe término medio. ¿Por qué?
Porque “la sexualidad humana es un rasgo biológico objetivo binario (…) La norma del diseño humano es ser concebido como hombre o como mujer”, así lo afirma el Colegio Americano de Pediatras. 
Y es binaria por definición porque su finalidad más elemental no es otra que la reproducción y crecimiento de la especie. Un principio evidente por sí mismo.
  1. No nacen niños con vulva y niñas con pene. Los primeros nacen con los atributos sexuales masculinos y las segundas con los femeninos. Así lo certifican urología, la ginecología y la pediatría.
Otra cosa es que posteriormente se operen los genitales, pero es científicamente inexacto decir que nacen niños con vulva y niñas con pene.
La identidad sexual es un hecho objetivo enraizado en la naturaleza específica de la persona, que abarca mucho más que los genitales
  1. Operarse no equivale a cambiarse de sexo.- Es preciso distinguir entre sexo (que es un concepto amplísimo que abarca lo psicológico y no sólo lo hormonal) y la genitalidad. Una persona puede cambiarse los genitales pero no el sexo. Porque la identidad sexual es un hecho objetivo enraizado en la naturaleza específica de la persona, que afecta a numerosos aspectos y no sólo a los niveles hormonales o genitales.
Eso significa que hay varones que se operan pero siguen siendo varones, pero sin el aparato reproductor masculino y mujeres que se operan pero sigue siendo mujeres, pero con atributos sexuales masculinos.
  1. Algunos padecen trastornos de ambigüedad genital, pero siguen siendo varones (ellos) y mujeres (ellas).- Existen trastornos de ambigüedad genital o anomalías de los cromosomas sexuales.
Se trata, por ejemplo, de la feminización testicular, llamada también Síndrome de Morris o síndrome de insensibilidad de los andrógenos.
Y se da la hiperplasia suprarrenal congénita, trastorno que afecta las glándulas suprarrenales, las cuales producen hormonas, como el cortisol, la aldosterona o  las hormonas sexuales.
Las niñas que tienen ese trastorno podrían nacer con genitales ambiguos. Es decir, que sus genitales pueden parecer más de hombre que de mujer. Pero no son de varón.
Eso no significa que en esos casos, los varones carezcan de testículos y pene y las hembras de sus órganos reproductores. Cada uno tiene los órganos reproductores propios de su sexo, pero pueden ser más pequeños de la normal, estar atrofiados o estar ocultos.
  1. Y además son estadísticamente poco relevantes.- Se trata de desviaciones de la norma sexual binaria, raros e infrecuentes: Pueden llegar a un caso de cada 99.000
Este tipo de trastornos son muy raros y aislados, como se puede comprobar en el catálogo de trastornos genéticos de Omin (Online Mendelian Inheritance in Man). Se trata de desviaciones (término médico sin connotaciones despectivas) de la norma sexual binaria, como quien nace con malformaciones congénitas. Pero numéricamente son muy excepcionales. Tanto que son estadísticamente poco relevantes (desde 1 caso por cada 1000 hasta 1 de cada 99.000).
Así, entre las anomalías de los cromosomas sexuales, como por ejemplo el síndrome de kinefelter 48, XXXY (infertilidad y testículos atróficos) la incidencia es de 1 por cada 25.000 varones; o el hermafrodistimo verdadero (es decir que son cromosómicamente mujeres pero fenotípìcamente varones) la incidencia es de 1 por cada 20.000.
En el caso de las mujeres, tenemos el síndrome de Swyer, una disgénesis gonadal por la que  no llegan a desarrollar características femeninas secundarias, y  la incidencia es de una cada 20.000.
Y respecto a la mencionada feminización testicular, anomalía en los genes que intervienen en el desarrollo sexual, la incidencia llega, según algunos autores, a 1 por cada 99.000 varones.
Otras anomalías son tan excepcionales que los rarísimos casos que se han dado no son suficientes para elaborar estadísticas: como el pseudohermafroditismo masculino (técnicamente hipospadia seudovaginal perineoscrotal) o la hipoplasia de las células de Leydig.


Cuadro de Adán y Eva
Cuadro de Adán y Eva

  1. Las intervenciones quirúrgicas en los casos de ambigüedad sexual no son para cambiar de sexo, sino confirmar el sexo dominante.- No es lo mismo operarse porque alguien dice que se siente varón en cuerpo de mujer o viceversa (es decir no por problema físico sino psicológico) que operarse para reconducir una sexualidad ambigua. Es el caso de quienes nacen con hiperplasia adrenal congénita (una variante de la cual es el síndrome de insensibilidad andrógena), los que sufren mosaicismo, quimerismo u otra causa congénita de identidad sexual mixta.
En estos casos la cirugía sirve para confirmar a una persona en el sexo “dominante” y, por lo tanto, para  corregir una condición patológica. En puridad, eso no sería cambiar de sexo sino más bien confirmar lo que era originariamente ambiguo.
  1. La disforia de género es otra cosa: es un problema psicológico, no físico.- Es cierto que determinadas personas dicen identificarse con el otro sexo, pero ese no es un problema genético o físico, sino psicológico.
De hecho, siguen siendo varones y mujeres, porque nadie nace con un género, sino con un sexo biológico. El género (la conciencia y sentimiento de uno mismo como hombre o mujer) es un concepto sociológico y psicológico, no un concepto biológico objetivo.
En esos casos se puede hablar de disforia de género. Un trastorno psicológico recogido en el Manual de Diagnósticos y Estadísticas de la Asociación Americana de Psiquiatría. Pero ellos tienen pene y ellas vagina. Y su problema no se soluciona sometiéndose a tratamiento hormonal o pasando por el quirófano.Paul R. McHughPaul R. McHugh
En unas declaraciones a Actuall, el catedrático de Genética, Nicolás Jouvé señalaba que tal cosa “supone un abuso total” pues lo que hacen “las campañas de la Ideología de Género es tomar casos patológicos y además sumamente raros, para justificar la idea de que se puede elegir el sexo a voluntad, y para manipular a los menores y a los padres”
  1. Es un grave error hormonar a adolescentes que dicen ser transgénero.- Ese tipo de trastornos de disforia o de confusión de la sexualidad son transitorios y pueden remitir en la edad adulta, por lo que resulta contraproducente hormonar a púberes o adolescentes insatisfechos con su género.
La inmensa mayoría de niños y niñas que durante la infancia confunden su género, terminan aceptando su sexo biológico una vez pasada la pubertad. Hablamos del 98% de los varones y del 86% de las mujeres. Así lo subraya el Colegio Americano de Pediatras.
Resulta, por lo tanto, contraproducente someter a adolescentes a operación de cambio de sexo o la administración de hormonas sexuales como la testosterona  y los estrógenos del sexo opuesto, porque la confusión de género de la infancia se suele corregir después de la adolescencia.
No se les impone una dieta de reducción de peso a quienes tienen una percepción irreal de sí mismos, como los anoréxicos
Como subrayaba el profesor  Richard B. Corradi, (profesor de Psiquiatría de Cleveland) en un trabajo publicado en The Federalist, es contraproducente hormonar a esos adolescentes o someterles a cambio de sexo, del mismo modo que no se les impone una dieta de reducción de peso a quienes tienen una percepción irreal de sí mismos, como las que se creen obesas. Y de hecho, se diagnostica la anorexia como un trastorno psiquiátrico y se la trata apropiadamente con psicoterapia.
Y aún es más grave someter a estos tratamientos a niños preadolescentes cuyo pensamiento prelógico difumina los límites entre la fantasía y la realidad.
  1. El apoyo de los poderes públicos a la transexualidad equivale al “abuso infantil”. Así de tajante se expresa la doctora Michelle Cretella, presidenta del Colegio Americano de Pediatras. Estas son sus palabras: “cuando las instituciones académicas, médicas y otras de carácter público promocionan la toma de hormonas tóxicas y la extirpación quirúrgica de partes del cuerpo sanas como parte de la asistencia sanitaria para los niños acaban involucrados en el abuso infantil institucionalizado”.
El Colegio Americano de Pediatras publicó en marzo de 2016 una declaración que desacredita la ideología de género y recoge los datos científicos y médicos que muestran que transgenerar a los menores “daña a los niños”.
  1. Alentar el cambio de sexo puede abocar a los menores a un destino con graves riesgos de salud.– Es importante que los padres sepan que las tasas de suicidio son veinte veces mayores en los adultos que usan hormonas del sexo opuesto y/o se someten a una cirugía de cambio de sexo.
De forma que alentar el cambio de sexo en menores equivale a abocarles a un futuro con graves riesgos para su salud. Así lo advierte el Colegio Americano de Pediatras: muchos niños elegirán una vida “llena de hormonas cancerígenas y de productos químicos tóxicos nada recomendables para la salud”;  y muchos de ellos “elegirán la mutilación quirúrgica, innecesaria, de partes de su cuerpo perfectamente sanas en su juventud.

http://www.actuall.com/democracia/verdades-mentiras-la-transexualidad-dice-exactamente-la-ciencia/?mkt_tok=eyJpIjoiTVROa01EUm1abUpqWW1JMyIsInQiOiJEdk8xYkgyXC9mc3FJQnhFSFZITmJpK1BRM044VzNUbURNeHVTMWFXb0p5Z2Q3SzNuMDNsUSswc3laaDN6bmlsRXNrcXpkSE1UczF2dkZabU9UaFhXMmxscTVkdTVrckxBbVZMajFPR0ZmM0c2QktvaWlYem1sM0dmcXlVV2NjNm0ifQ%3D%3D

miércoles, 21 de junio de 2017

Síndrome post aborto

Trastornos piscológicos en mujeres que han abortado



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Por: Sandra Gutierrez
Depresión, hostilidad y conducta autodestructiva son algunas de las consecuencias psíquicas que sufren las mujeres que han abortado, que en España suman ya más de 800.000. El "Síndrome Post-aborto" (SPA) ha sido estudiado en países como EEUU, Canadá, Finlandia, Francia, Suiza e Inglaterra. Un equipo de profesionales de salud mental ha iniciado la primera investigación sobre el SPA en España.
Según un estudio de la Real Academia de Obstetricia de Inglaterra, el 59 por ciento de las mujeres que abortan tiene altas probabilidades de sufrir problemas psiquiátricos graves y permanentes. Los trastornos psíquicos derivados del aborto se conocen como Síndrome post-aborto (SPA), un tipo de trastorno de estrés post-traumático (PTSD). Algunos de los síntomas más frecuentes son ansiedad, conducta agresiva, pesadillas, pensamientos o actos suicidas, bulimia, anorexia, abuso de alcohol y drogas y ruptura de relaciones de pareja.
Daños a largo plazo
El Síndrome post-aborto puede tardar años en manifestarse debido a la represión a la que recurren muchas mujeres como mecanismo de defensa. Según Juan Cardona, psiquiatra y académico de la Real Academia de Medicina de Valencia y miembro del equipo investigador español, «después del trauma que supone el aborto se deteriora la afectividad, la capacidad de querer, la voluntad, y todo lo demás viene en cascada: la ruptura con parejas sucesivas, la depresión y otras consecuencias negativas».
En cuanto a la relación de pareja, la doctora Emily Milling halló que el 70 por ciento de las 400 parejas de su estudio se rompieron en el año siguiente al aborto. Por otro lado, el doctor Phillip Ney, psiquiatra infantil de la Universidad de British Columbia, descubrió que el aborto aumenta el maltrato a los otros hijos. De hecho, en Estados Unidos el maltrato infantil ha aumentado un 1000 por cien desde que se legalizó el aborto.
También el suicidio aumenta notablemente entre las mujeres que han abortado. Los investigadores finlandeses Speckhard y Vaughan constataron que la tasa de suicidio en el año posterior al aborto era tres veces más alta que la media femenina, y siete veces más alta que la de las mujeres que habían dado a luz. El estudio más completo sobre el SPA data de 1997, y fue financiado por el Gobierno de Finlandia. Sobre una muestra de 9.129 mujeres, el estudio reveló que las que abortaron tuvieron 4 veces más probabilidades de morir al año siguiente que las que habían dado a luz.
Organismos internacionales que promueven el aborto han reconocido la existencia de secuelas psicopatológicas. La Federación Internacional de Planificación Familiar (Planned Parenthood) los ha confirmado en su Plan Trienal del período 1990-1993: «Una serie de estudios y encuestas de los opositores al aborto han mostrado que la incidencia del trauma post-aborto puede llegar a afectar al 91 por ciento de los casos. Algunos informes recientes del Instituto Alan Guttmacher que no han sido publicados indican que el alcance del problema puede haber sido correctamente calculado en dichos estudios».
Hasta ahora, el único estudio que existe en España sobre este Síndrome fue elaborado en 1993 por la Asociación Española de Neuropsiquiatría, titulado «Mujer y salud mental». En él se señalaban como rasgos de las mujeres que abortan más de una vez la inmadurez, la inestabilidad emocional, la sexualidad dependiente, los problemas de pareja y las tendencias de personalidad patológica como esquizofrenia y psicopatía. Según datos oficiales, el 25 por ciento de las mujeres que abortan ya habían abortado antes.
Primer estudio en España
Ante la ausencia de estudios especializados sobre este problema que afecta a casi un millón de mujeres en nuestro país, un equipo de psicólogos y psiquiatras ha elaborado una página web para dar a conocer los estudios internacionales sobre las secuelas del aborto. En ella se presenta un cuestionario para profesionales de salud interesados en colaborar para recoger datos de la población española con el fin de realizar un estudio sobre el SPA en España. Asimismo, desde su página web, www.nomassilencio.com, se ofrece ayuda psicológica a las mujeres que sufren el Síndrome.
Frente a la idea de que el aborto evita problemas psíquicos derivados de un embarazo no deseado, Pilar Gutiérrez, psicóloga e investigadora del SPA, aclara que «las estadísticas muestran todo lo contrario». Según la OMS, «las mujeres con algún trastorno emocional corren mayor riesgo de desajustes mentales después del aborto»..

Sandra Gutierrez
 https://www.aciprensa.com/recursos/trastornos-piscologicos-en-mujeres-que-han-abortado-22/