lunes, 6 de agosto de 2018

Mi hijo era inocente

(PortaLuz).- Hellen Rhoda es otra mujer y madre que ha decidido compartir su historia y la de su hijo, motivada por llegar con su testimonio a otras mujeres que como ella, enfrentan no sólo la violencia de un agresor sexual, sino además la de quienes presionan para que maten a los bebés que llevan en el vientre.
Aún no logra comprender dice Hellen los argumentos de quienes querían que abortara su hijo ¿Por qué habría de hacerlo? ¿Matar al bebé sería la justa sanción para quien la había violado? ¿Abortar al ser humano que se gestaba en su vientre como resultado de esa violación, cambiaría en algo lo que había vivido? ¿Podían asegurarle que tras decidir matar a su bebé no se provocaría a sí misma mayores daños psicológicos y físicos incluso? Todo eso, sin mencionar lo más importante para ella… Hellen era y es una mujer de fe, cristiana, que tenía muy claro lo que significa el mandamiento “No matarás” y las consecuencias fatales, con impacto eterno, para quien a conciencia viola ese mandato de Dios…
No. Quienes habían hecho las leyes que permiten en Estados Unidos el aborto, los mercaderes de la muerte que obtienen beneficios económicos con este negocio de sangre, los profesionales de la salud que ejecutaban el aborto no podían darle respuestas satisfactorias. Ella lo sabía.

Un criminal y dos inocentes

Fue un hombre enfermo que estaba obsesionado con ella desde 2012 quien la violentó sexualmente. “Aparentemente, pensaba que si no podía casarse conmigo, entonces me tomaría y arruinaría mi futuro. Bueno, al principio sí que parecía que lo había conseguido”, comenta Hellen.
Habiendo nacido y formada en una familia cristiana, tenía por anhelo casarse con un hombre de fe, que amara a Dios como ella. De lo contrario, dice, no sería posible que ella siquiera lo considerase. Esta fue la razón por la que había rechazado la oferta de matrimonio que le hizo quien sería luego su agresor.
“Lo encontré cerca de mi casa y rápidamente empezó a convencerme de que me casara con él. Era médico y decía que trabajaba para el hospital John Hopkins (Baltimore, USA). Prometió que haría cualquier cosa por mí. A mí no me importaba qué dijera pues nunca me iba a casar con un hombre que no fuera cristiano. Lo rechacé pero siguió insistiendo una y otra vez y me preguntó si, al menos, podía ir a tomar una taza de té con él. Al final accedí pero en un local próximo a mi casa por si ocurría cualquier incidencia”.
En aquella ocasión salió indemne. Algunos meses después, “el 13 de mayo de 2015”, recibió otra vez una llamada pidiéndole verla. Ella se excusó diciendo que estaba ocupada, pero el individuo estaba en la puerta de su casa. Parecía tranquilo y era amable recuerda Hellen, así es que no temió y finalmente aceptó acompañarlo a un local cercano…
“Qué poco sabía yo que había tramado un plan para violarme. Cuando llegamos al restaurante yo pedí mi usual Coca Cola y me la sirvieron mientras él pedía una Fanta. No sé explicarlo pero, repentinamente, empecé a tener mucho calor y sueño y la siguiente vez que recuerdo algo estaba en el coche de ese hombre sin ropa interior, débil y con mucho dolor. Evidentemente, me había violado. Él sonreía. Yo me enojé sobremanera pero ya era tarde. Me dejó en el andén y ésta fue la última vez que puse mis ojos en él. Cuando se lo conté a la policía estaba segura de que lo detendrían pero, a día de hoy, no tengo noticias ni de una detención ni de que siga la investigación”.

El mal presentado como bien

Agobiada se hizo de inmediato las pruebas para detectar el virus del SIDA y la de embarazo. Esas primeras fueron negativas pero repitió un par de días después y esa segunda muestra mostró lo que se temía: estaba embarazada.  En ese momento, todo el mundo -recuerda Hellen- le daba razones para abortar.  Primero fueron sus amigos y luego la familia que al enterarse que se trataba de un embarazo por violación le decían intentando aminorar la gravedad de la decisión: “¡Pero sí lo único que tienes que hacer es tomarte una pastilla!”
La ahogaban y en ese momento, comenta, se aferró a su fe. Pero era una batalla la que estaba librando… Sabía que muchos quizás la juzgarían si continuaba con ese embarazo no estando casada, independiente de que hubiera sido violada. Tal vez perdería el trabajo y sus ahorros, porque no querrían tener en plantilla a una persona que estuviera esperando un hijo sin estar casada. Decenas de emociones e ideas atiborraban su mente.
“Bueno, todas las razones eran de peso pero no lo suficiente como para terminar con la vida de otro ser humano. No me podría imaginar que sólo por la malévola acción de su padre biológico yo acabaría con la vida de este pequeñito quien había llegado a este mundo para ser alguien grande. Mi violador era un enfermo y un embustero. Luego se supo que, de hecho, jamás había trabajado en el hospital John Hopkins”.

Consagrado para Dios

“Cuando mi hijo nació, lo llamé Ellis, que significa: Consagrado para Dios. Estoy contenta de haberme quedado con él a pesar del elevado precio que tuve que pagar. Siendo yo misma huérfana sabía lo duro que sería educarle pero estaba empeñada en hacerme cargo y cuidar de él. Quería amarlo, satisfacer todas sus necesidades y conseguir que se convirtiera en una gran persona. Quería que tuviese la mejor educación, los mejores cuidados médicos y todo lo mejor para que se desarrollara bien”.
La decisión para llevarla adelante involucraba también dinero que ella no tenía, pero durante su embarazo, buscando ayuda, encontró la web Save the 1 (Salvar El 1). Allí -comenta Hellen- conoció a personas en situaciones similares a la suya, como Rebecca Kiessling, que le dieron mucha esperanza y ánimos. “Ellas entendían mi dolor. Espero aprender cómo ayudar mujeres en mi misma situación. De hecho, ya he aprendido mucho de los que forman parte de esta organización. Dios les bendiga”.
 http://www.forumlibertas.com/hijo-fue-concebido-una-violacion-rechace-aborto-inocente/

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