miércoles, 9 de noviembre de 2016

La homosexualidad. Una debilidad humana

En contra de quienes sostienen que la homosexualidad es innata e irreversible, contradiciendo los últimas investigaciones, como las recogidas recientemente en la prestigiosa revista The New Atlantis, tenemos el testimonio de un ex gay norteamericano. Su odisea vital y afectiva resulta muy elocuente.
La vida de Dean Bailey ha tenido muchos altibajos. Una infancia robada, una adolescencia sexualmente convulsa, un alma quebrantada… una vida basada en la pérdida de identidad, la soledad y una “orientación sexual centrada en la opinión de los demás”.

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Pero la vida de este americano de nacimiento, demuestra que la restauración también existe, que la fe sana y ha aprendido, como dice él mismo que “la homosexualidad no es más que otra debilidad humana”.
Desde niño, Dean se sentía diferente al resto de los chicos de su edad, apenas tenía amigos y en su casa el ambiente familiar tampoco era estable. Su padre era alcohólico y consumidor habitual de pornografía, un hecho que influyó de manera negativa en el estado afectivo-sexual de su hijo. Bailey asegura que a medida que cumplía años, buscó en otros hombres la afirmación que nunca recibió de su padre.
“Estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para no quedarme solo”
Así relata Bailey sus inicios homosexuales en una entrevista para LifeSiteNews: “En mi tercer año de secundaria, conocí al chico más popular del instituto y nos hicimos muy amigos, yo me sentí muy halagado porque alguien quisiera ser mi amigo y estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para no quedarme solo”.
Tiempo después este amigo invitó a Dean a su casa, para pasar una “noche de pijamas” con varios compañeros del instituto, pero lo que parecía una simple quedada de amigos, resultó ser una noche decisiva en la vida de Dean.
“Esa noche mi amigo propuso varios juegos sexuales que incluía correr desnudos y sexo oral. La experiencia no solo me robó la inocencia sino que incrementó mi curiosidad por el sexo”.
“Cuanto más experimentaba con el sexo, el vacío espiritual iba aumentando”
Desde ese momento, empezó a obsesionarse con imágenes de hombres desnudos. Lo que derivó en buscar encuentros esporádicos con diferentes chicos; Sin embargo “cuanto más experimentaba con el sexo, más vacío se sentía por dentro”.
“Intentaba aplacar mi soledad teniendo sexo con muchos hombres, lo que buscaba era sentirme amado por ellos, pero cuantos más encuentros tenía, mi alma se quebrantaba más y el vacío espiritual iba aumentando”, confiesa el protagonista.

Adicción al sexo homosexual

El sexo con hombres llegó a ser una adicción para Dean, quién arrepentido por sus actos intentó encauzar su vida sin mucho éxito. El joven le pidió una cita a una chica para ver si era capaz de tener una relación heterosexual, pero ella no acudió al encuentro. Dean se sintió rechazado, algo que le recordó a su infancia rota.
“Llegué a pensar que no tenía lo necesario para ser un hombre”
“Sentí realmente que había algo anormal en mí, y años más tarde intenté de nuevo salir con una mujer más mayor que yo y también me rechazó; eso me hizo pensar que realmente no tenía lo necesario para ser un hombre”, recuerda.
Pero la vida siguió para este joven. Al acabar los estudios, ingresó en el ejército y vivió unos años en aparente normalidad. Parecía que por fin había tomado las riendas de su vida, e incluso se casó con una mujer, Della, de la que asegura que se enamoró. Sin embargo, en su interior luchaba todavía con sus propios demonios. Estaba atrapado en lo que se conoce en psicología como ‘Atracción al Mismo Sexo’.
En el ejército mantuvo una relación homosexual fuera de su matrimonio
En el ejército conoció a un compañero al que admiraba mucho y pronto comenzaron una amistad afectiva –no sexual- Pero poco tiempo tuvo que pasar para que esa amistad acabara en una relación homosexual explícita.

Sintió todo menos orgullo homosexual

Su mujer acabó descubriendo la relación extramatrimonial de su marido, lo que dañó su relación. Della recuerda en el testimonio de su marido que sintió que “ya no podía confiar en el hombre con el que se había casado”.
“Cuando peor estaba conocí a Dios que me llevó por un viaje de confianza”
Por su parte la inseguridad de Dean intensificaba más el caos de emociones que sentía. Cuando tuvo que enfrentarse a su mujer por su infidelidad homosexual, Bailey supo que se encontraba en el principio del fin de la dualidad de su vida.
En esta caída libre sin rumbo fijo, Dean asegura que encontró a Dios.
“Cuando peor estaba, cuando pensaba que ya no podía hacer nada para encauzar mi vida, conocí a Dios que me llevó por un viaje de confianza plena en donde conocí a Jesús”, relata. “Empece a experimentar lo que era el amor, la aceptación y la afirmación que siempre había deseado”.
A partir de la oración constante, su vida dio un giro impensable. “Me sentí liberado de todas las ataduras, fui perdiendo la compulsión sexual que tenía hacía los hombres”, y entonces Dean comprendió que su homosexualidad se basó en la debilidad humana y no en un identidad homosexual como tal.

Dean Bailey junto a su mujer Della y sus dos hijas/LifeSiteNews
Dean Bailey junto a su mujer Della y sus dos hijas/LifeSiteNews
Poco a poco, el protagonista de esta historia empezó una vida restaurada, “la relación con mi esposa se ha fortalecido y Dios nos ha bendecido con dos hijas maravillosas”.
Dean decidió contar su testimonio en un libro publicado en 2011 llamado: Más allá de las sombras grises para compartir su punto de vista sobre la homosexualidad.
“Mi experiencia con hombres se ha basado en la adicción y en la dependencia, no lo llevé con orgullo, sino como una debilidad”.
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1 comentario:

  1. Una azarosa historia. Comprendo que haya homosexuales sólo psicológicamente afectados es decir, que por una u otra causa se cosideren gays sin serlo como al pareceder sucede con el protagonista. Sin embargo yo conozco a mariquitas que no tienen cura por mas que lo mires...son mariquitas que estoy seguro que no responden a ninguna terapia porque nacieron mujeres en un cuerpo de hombre u hombres que nacieron en un cuerpo de mujer. Me gustaría creerte y que fuera cierto que se curaran pero yo lo veo imposible.

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