Homosexualidad y pederastia
La relación que existe entre la homosexualidad y la pederastia es un aspecto esencial dentro de ambos fenómenos y uno de los temas que algunos activistas gay desean negar o ignorar, mientras que otros lo admiten sin reparos. La Dra. Judith A. Reisman, ex profesora de investigación de la American University y testigo en calidad de experta ante la comisión sobre la pornografía del fiscal general de Estados Unidos, confirma que solamente el 9% de la población heterosexual, es pederasta. En cambio la población homosexual pederasta alcanza el 60%.[1] En otras palabras, el 87% de la población pederasta es homosexual, mientras que el 13% restante es heterosexual. Sin embargo, la Asociación Americana de Psiquiatría, compuesta mayormente por activistas gay, niega que exista esta relación.Por otra parte, según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, los pederastas adultos son varones en más de un 90% de los casos. El informe publicado en 2004 por el John Jay College, considerado como el más completo sobre el tema en EE.UU., constata que además, el 81% de las víctimas eran también varones. En otras palabras, ya sea que el agresor se declare homosexual o no, la pederastia implica un acto homosexual en la gran mayoría de los casos, donde tanto el adulto como el niño son varones.
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Investigación científica
Diversos estudios establecen una relación muy estrecha entre homosexualidad y abuso sexual infantil. En una investigación con 942 participantes adultos no clínicos, los hombres y mujeres homosexuales reportaron una tasa de abuso sexual infantil significativamente más alta que los hombres y mujeres heterosexuales. 46% de los hombres homosexuales en contraste con el 7% de los hombres heterosexuales reportó abuso sexual homosexual. 22% de las mujeres lesbianas en contraste con el 1% de las mujeres heterosexuales reportó abuso sexual homosexual. Esta investigación es al parecer la primera encuesta que se ha informado de abuso sexual homosexual sustancial de las niñas. [2]Entre un 80 y un 95% de los casos, los abusadores son varones homosexuales que utilizan la confianza y familiaridad, y el engaño y la sorpresa, como estrategias más frecuentes para someter a la víctima. La media de edad de la víctima ronda entre los 8 y 12 años (edades en las que se producen un tercio de todas las agresiones sexuales).
Diversos individuos que se asumen como homosexuales, han sufrido abuso sexual (o coacción) en su primera experiencia sexual, lo que les ha provocado un trauma. En el caso de los infantes varones, para superarlo, tuvieron que aceptar inconscientemente "que a él le gustaba naturalmente eso". El problema es que el trauma provocado es tan duro que le impide acceder a su memoria para descodificar la verdad: le gusta el sexo complementario pero ha desarrollado una fobia hacia su propia naturaleza.
En el caso el abuso sexual en niñas, el fenómeno ocurre incluso en caso de un abuso heterosexual: es común que desarrollen una conducta apática al sexo masculino y puede que terminen atrayéndose por mujeres por su ausencia de un órgano sexual masculino, ya que para ellas esto se ha simbolizado como algo repulsivo y que puede hacerles daño.
Según estadísticas del gobierno de EEUU en 1992, entre el 17% y el 24% de chicos menores de 18 años son víctimas de abusos homosexuales, comparado con el 0.09% de chicas víctimas de abusos por heterosexuales.[3]
Estudios realizados por Reisman
La agencia noticiosa electrónica WorldNetDaily informó sobre la investigación de la Dra. Reisman[4] en el número de octubre del 2001 de su revista.La Dra. Reisman llevó a cabo dos estudios científicos: Crafting Gay Children: An Inquiry into the Abuse of Vulnerable Youth Via Establishment Media and the School Room ("Niños homosexuales producto del artificio : Una investigación del maltrato de la juventud vulnerable a través del establishment de los medios de comunicación y del aula escolar", traducción libre) y Partner Solicitation Language as a Reflection of Male Sexual Orientation ("El lenguaje seductor como reflejo de la orientación sexual masculina", traducción libre). Ambos estudios constituyen un seguimiento a la labor de investigación que Reisman comenzó con su estudio Kinsey: Crimes and Consequences ("Kinsey: crímenes y consecuencias").
La investigación de Reisman, que se ha basado en estadísticas del gobierno obtenidas en 1992, señala que el 9% de entre 86 y 88 millones de hombres heterosexuales maltrató sexualmente a 8 millones de chicas menores de 18 años, lo cual constituye el 25% de todas las chicas de esa edad. Un porcentaje no determinado de hombres que practican el homosexualismo maltrató de 6 a 8 millones de chicos menores de 18 años, lo cual constituye del 17 al 24% de todos los chicos de esa edad. Ello implica que de 3 a 4 chicos son víctimas del maltrato homosexual por cada hombre que practica el homosexualismo. Sólo 0.09 chicas son víctimas de maltrato sexual por parte de un hombre heterosexual, lo que significa que el promedio de dicho maltrato es que 1 de cada 11 hombres heterosexuales maltrata sexualmente a una chica menor de 18 años.
La Journal of the American Medical Association, la revista de la Asociación Médica de Estados Unidos, publicó los siguientes datos que vienen a corroborar los hallazgos de Reisman: el 50% de las víctimas masculinas del SIDA informaron que, cuando había cumplido los 16 años, ya había tenido relaciones sexuales con un hombre adulto y el 20% de las mismas informó que, cuando había cumplido los 10, también ya había tenido este tipo de relaciones con un hombre adulto.
Efectos de la educación
El Dr. Alfred C. Kinsey, cuya ideología sexual ha sido objeto del estudio de Reisman, fue uno de los principales responsables de la difusión de un relativismo sexual que incluye la aceptación solapada del homosexualismo y de la pedofilia, relativismo que ha influido mucho en la educación sexual durante las últimas tres décadas.Contrariamente a la postura difundida por activistas a favor del homosexualismo, la Dra. Reisman dice que los estudios realizados en torno al tema demuestran que los que practican una conducta homosexual son más propensos a maltratar sexualmente a los niños. Un número significativo de hombres que practica el homosexualismo recluta varones menores de edad, práctica que se ha facilitado debido a la "educación" sexual hedonista que se imparte en muchas escuelas públicas de Estados Unidos y a programas "educativos" eufemísticamente llamados "programas de diversidad", que les enseñan a los escolares a considerar el homosexualismo como algo normal y aceptable, dice Reisman.
El periodista Eulogio López, creador del portal Hispanidad.com[5] se refirió a la educación y la homosexualidad de la siguiente manera:
“ | La homosexualidad no es la causa de la actual crisis moral sino su consecuencia lógica. Hace 25 años, cuando un adolescente mostraba las inclinaciones dudosas propias de la edad, se le animaba a cambiar y lo hacía en un 99% de los casos. Hoy se le explica al niño lo de la libre opción sexual. Se lo suelen explicar homosexuales del orgullo gay, pagados por el Estado[6]. | ” |
Estudios realizados por otros profesionales
Hay otros estudios que también corroboran las afirmaciones de Reisman en cuanto a que existe una relación entre homosexualidad y pederastia. A continuación sintetizamos los resultados en cuanto al porcentaje de personas que practican el homosexualismo que son pederastas:- 36% (Journal of Sex & Marital Therapy, K. Reund et al., 1984).
- 33% (Eastern Psychological Assoc. Convention, Nueva York, Dr. Raymond A. Knight, 1991).
- 22% (Journal of the American Medical Association, J. Wassermann, et al., 1984, 1986).
- 42% (Journal of Interpersonal Violence, W. L. Marshall et al., 1991).
- 60% (Psychiatric Journal, University of Ottawa, J. W. Bradford et al., 1988).
Reducción de la edad de consentimiento en el mundo
Uno de los aspectos que ocupan al movimiento político gay es el esfuerzo por reducir la edad legal o de consentimiento para las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo. No pocos grupos de homosexuales quieren lograr que sea permitida la actividad sexual entre adultos y niños. Un estudio reciente del Family Research Council analiza los intentos para reducir la edad del consentimiento en diversas partes del mundo.[8]En Sudáfrica, Kevin Bishop está fomentando la abolición de las leyes que imponen límites de edad para las relaciones sexuales[9]. Bishop incluso es favorable al incesto y cita los trabajos de dos psicólogas de Estados Unidos quienes se decantan por la opinión de que la introducción a la vida sexual es mejor cuando tiene lugar dentro de la misma familia. En Gran Bretaña la presión para descender la edad de consentimiento tiene mucha fuerza. Una organización de homosexuales está promoviendo su reducción a los 14 años y otro grupo lanzó una querella ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, afirmando que es injusto mantener un nivel de edad superior para los homosexuales comparado con el de los heterosexuales. Los argumentos de ese grupo encontraron acogida en el gobierno de Blair y en 1998 los laboristas intentaron dos veces obtener la aprobación del parlamento para rebajar la edad de consentimiento de los homosexuales de 18 a 16 años. En las dos ocasiones la cámara de los Lores rechazó la iniciativa. Hace cuatro años el límite de edad para los homosexuales fue reducido de 21 a 18 años.
Los homosexuales han tenido mayor éxito en los Países Bajos donde la edad de consentimiento está en los 12 años, a no ser que el joven presente una queja ante las autoridades. Allí una asociación de homosexuales obtuvo un triunfo en la abolición de una ley de 1971 que prohibía las relaciones sexuales entre los mayores de 21 años y los menores de 21 años. Hoy en día se permite el contacto sexual entre adultos y niños, aunque sólo si los padres del niño lo permiten.[9]
En Canadá, el estado de Ontario ya disminuyó la edad de consentimiento para los homosexuales a 14 años, y en 1995 la Corte Suprema de Canadá declaró que los homosexuales podían cualificarse para la protección como minoría. En mayo de este año la Corte Suprema continuó con su apoyo a los homosexuales indicando a Ontario que debe redefinir el término de esposos para incluir a las parejas homosexuales.
En Estados Unidos la campaña por la promoción de las relaciones sexuales con menores de edad no ha tenido tanto éxito. Sin embargo, diversos grupos de homosexuales se mantienen activos en el reclutamiento de jóvenes para sus filas. Y aunque los tribunales no han imitado el ejemplo de Canadá se debe recordar que la juez de la Corte Suprema, Ruth Bader Ginsburg, mientras fue abogada del grupo de derechos civiles (American Civil Liberties Union) firmó un informe que recomendaba bajar la edad de consentimiento a los 12 años. A pesar de que el contacto sexual entre adultos y menores de edad no es legal en Estados Unidos diversos estudios revelan que un porcentaje elevado de los abusos cometidos contra niños procede de los homosexuales. Así como los homosexuales suman cerca del 2% de la población, constituyen alrededor de la tercera parte de los que agreden a los niños.
La mayor revista pro homosexual en EE.UU., The Advocate, publicó un artículo de un tristemente conocido líder homosexual que opina que "la pederastia no es un desorden parafílico, sino algo que lo libera". Este líder homosexual fue presidente de la 'Alianza de Activistas Homosexuales de Nueva York' (New York Gay Activists Alliance), fundó la 'Coalición para los Derechos Lésbicos y Homosexuales' (Coalition for Lesbian and Gay Rights), la 'Asociación del Amor entre Hombres y Niños de Norteamérica' o NAMBLA (North American Man-Boy Love Association), una organización de pederastas, y escribió un libro sobre la primera etapa del movimiento activista pro homosexual. Por otro lado, un investigador analizó el contenido de la revista homosexual The Advocate entre los años 1972 y 1991, y encontró que entre el 10% y el 20% de sus anuncios explícitamente promovían la pederastia.
El boletín de la corriente principal del sector homosexual de la población, Gay Community News ("Noticias de la Comunidad Homosexual"), con un tono cínico y ofensivo, publicó lo siguiente:
Les practicaremos la
sodomía a sus hijos, emblemas de su débil masculinidad, de sus
superficiales sueños y mentiras vulgares. Los seduciremos en sus
escuelas, en sus dormitorios, en sus gimnasios...
Por su parte, la revista homosexual de noticias, San Francisco Sentinel ("El Centinela de San Francisco"), publicó:
Michael Swift, Gay Community News, 15 de febrero de 1987.
El amor entre
hombres y niños es fundamental para la homosexualidad. Para la comunidad
homosexual decir que el amor a los niños no es homosexual es ridículo.[10]
A pesar de esto, parte de las estrategias políticas del movimiento
gay consiste en negar todo vínculo entre homosexualidad y pederastia.
San Francisco Sentinel
Luis Fernández Cuervo, doctor en medicina, opinó lo siguiente en relación a la homosexualidad y la estrategia de los activistas pedófilos para cambiar la legislación vigente.
“ | La homosexualidad, ya sin el aliciente de lo prohibido, también pide dar un paso más en su "progreso". Surge así y se va extendiendo mundialmente la corrupción sexual de menores de edad. Este abuso en algunos casos es heterosexual, pero en la mayoría no es sino un nuevo aliciente de la homosexualidad. Todavía se persigue con la ley y las redadas policiales. Pero los pedófilos están siguiendo la misma táctica que siguieron los antiguos homosexuales. Se agrupan, se organizan, crean sus medios económicos, políticos y publicitarios e intentan, con perseverancia, cambiar las leyes y que se declaren permitidas las relaciones sexuales entre adultos y menores de edad, "siempre que esos menores den su libre consentimiento". Cuando esto alcance su aprobación legal y social ¿cuál será el siguiente paso en este asesinato de la dignidad humana?[11] | ” |
Relación entre homosexualidad y pedofilia en la Iglesia Católica
El 12 de abril de 2010, el cardenal Tarcisio Bertone fue consultado por la prensa acerca de la incidencia del celibato en la aparición de casos de pederastia en la Iglesia Católica. El número dos del Vaticano respondió que de acuerdo con los expertos, las causas de la pedofilia hay que buscarlas en el homosexualismo, no en el celibato.
“ | Han demostrado muchos psicólogos, muchos psiquiatras, que no hay relación entre celibato y pedofilia, pero muchos otros han demostrado, y me han dicho recientemente, que hay relación entre homosexualidad y pedofilia... Esto es verdad, éste es el problema[12]. | ” |
En las estadísticas facilitadas recientemente por monseñor Charles J. Scicluna sobre los casos remitidos a la Congregación para la Doctrina de la Fe entre los años 2001-2010, resulta que solo un 10 por ciento de los casos eran de pederastia en sentido estricto, mientras que el 90 por ciento tenían que ver con adolescentes: el 60% hacen referencia a actos sexuales con personas del mismo sexo y el 30% de carácter heterosexual. Es decir, en la gran mayoría de los casos se trata de varones que abusan de menores del mismo sexo.
Los datos confirman que entre el clero católico no se dan más casos de abusos a menores que en otros ámbitos. Ciertamente, nadie ha dicho (tampoco Bertone) que cualquier homosexual sea un pederasta ni que cualquier sacerdote con tendencia homosexual abuse de menores. Pero igualmente habría que reconocer que en la Iglesia el problema de los abusos a menores no proviene de los sacerdotes que viven el celibato, sino de los que no lo viven y que, según se ha visto, en su gran mayoría se sienten atraídos por adolescentes varones.
Lo que molesta es que las palabras de Bertone hayan suscitado un tema que hoy es tabú, como si cualquier dato que vaya en desmedro de la conducta homosexual debiera silenciarse. Como ha declarado el profesor Massimo Introvigne, los que se rasgan las vestiduras "buscan prohibir la cita de aquellos datos estadísticos que consideran como políticamente incorrectos. Es una forma de censura inaceptable, en ocasiones disfrazada de científica". Pero los datos estadísticos son números y "estos números, en cuanto tales, no deberían ofender a nadie y no se les puede hacer decir más –ni menos– de lo que dicen"[14].
Artículo de opinión
El feminismo y su vínculo con la pedofilia, por Agustín LajeHay dictaduras que no se institucionalizan; que no necesitan del recurso de la fuerza en altas magnitudes para mantener a la sociedad sumida en sus dictados. El filósofo marxista Antonio Gramsci ya decía que el Estado era hegemonía acorazada con coerción, y cuanto más conso1lidada la hegemonía, menos necesidad de coerción. De ahí que podamos llamar “micro-dictaduras” a estos regímenes que han logrado altísimos niveles de hegemonía y que, por lo tanto, no permiten a los ciudadanos sacar los pies del plato de lo “políticamente correcto” sin con ello esperar negativas consecuencias, no solo sociales, sino también represivas-estatales (el caso de INADI, brillantemente desenmascarado por Cristian Rodrigo Iturralde, es ejemplo arquetípico de la policía del pensamiento hegemónico).
Valgan estos comentarios iniciales para situar el presente artículo en un contexto de dominación hegemónica de un progresismo hipócrita, dispuesto a tolerar sólo lo que comulga ideológicamente con sus postulados, y encarnizado con demonizar, deformar y censurar aquello que puede resquebrajar su dominación política. En efecto, es ese progresismo el que ha entronizado a la ideología feminista como algo automáticamente deseable y aprobable por el grueso de una sociedad que desconoce, en la mayoría absoluta de los casos, qué cuernos es el feminismo y su propuesta político-ideológica. Sucede que en contextos de alta dominación hegemónica la gente gusta de hablar sobre lo que no conoce y, peor todavía, defenderlo como si lo conociera.
Es así que nuestro título ha de chocar a simple vista: ¿Qué vínculo puede guardar el benevolente y deseable feminismo, con una causa que (de por momento, y sólo de por momento) nos resulta repugnante como la pedofilia? El objeto de este breve artículo no es sólo desnudar este vínculo, sino también desnudar la ignorancia que la gente tiene sobre el actual feminismo.
La historia del feminismo se ha interpretado en forma de “olas”. Se suele convenir que hay al menos tres olas del feminismo, cuyo hilo conductor estaría dado por la defensa de los derechos de la mujer, y sus diferencias estarían dadas por el tipo de derechos que se reivindican. Así, como primera ola bajo nuestra conceptualización, encontraríamos a los movimientos de mujeres y sus ideólogas que, tras el Renacimiento y con especial fuerza después de las revoluciones burguesas, peticionaron por derechos civiles y políticos, con John Stuart Mill a la cabeza. Podríamos entender, asimismo, que la segunda ola estuvo ligada al pensamiento marxista, especialmente a los estudios de Engels y quienes, como Kollontai, buscaron desarrollar esta mirada, en la cual los mal llamados derechos económicos estructuraban el plexo de demandas feministas. Pero a donde nos proponemos llegar para hallar el vínculo con las demandas pedófilas es a la tercera ola, cuyo nacimiento se encuentra ligado a los sucesos del Mayo Francés y cuya propuesta ideológica está basada en la “deconstrucción” de nuestra cultura.
En efecto, con ella surge la ideología de género, especialmente de la mano de Simone de Beauvoir y su “no se nace mujer: llega una a serlo”. El género y el sexo pasan a moverse en esferas distintas: el uno en la cultural, el otro en la biológica. Pero no se necesitará mucho tiempo para que el sexo sea también arrastrado a la esfera cultural, y que Judith Butler declare, bajo aplausos de la progresía academicista, que el sexo en verdad siempre fue género.
En este marco deconstructivo las demandas feministas ya no responden a la mujer, pues la categoría de mujer se deconstruye. ¿A quién responde entonces el feminismo? Pues a todas aquellas demandas que desde el terreno de la sexualidad vayan a contrapelo de la institución familiar que, presuntamente, sería un pilar fundamental del orden capitalista. De nuevo, el marxismo, como en la teorización de Engels, pero esta vez cultural, como en el “feminismo socialista” de Marcuse.
La teoría para las feministas es imprescindible para la praxis. Son las teóricas, después de todo, las que han ido orientando el devenir del feminismo, y son sus obras precisamente las que permiten distinguir los puntos de inflexión de las olas feministas. De tal suerte que recurrir a las más importantes ideólogas feministas es la tarea central que ha de llevarse a cabo para desentrañar la ideología en cuestión.
Veamos, pues, el pensamiento de la célebre Shulamith Firestone. Esta nos explica que el proceso de destrucción de la familia no se puede dar de un momento a otro, sino que conlleva cambios paulatinos, que involucran la pedofilia. Firestone los describe de esta forma: “Después de muchas generaciones de vida no-familiar, nuestras estructuras psicosexuales podrán alterarse tan radicalmente que la pareja monógama se volvería obsoleta. Sólo podemos adivinar lo que podría reemplazarla: ¿quizás matrimonios por grupos, grupos maritales transexuales los cuales también involucran niños mayores? No lo sabemos”. [15]
El proyecto de Firestone es lograr una sociedad socialista donde la familia sea reemplazada por household, una especie de hogar formado por personas que no guardan vínculo sanguíneo. Aquí, después de “unas pocas generaciones”, se logrará que “las relaciones entre personas de edades muy dispares se conviertan en algo común”. [16]
Así las cosas, “si el niño puede elegir relacionarse sexualmente con los adultos, incluso si él debe escoger su propia madre genética, no habría razones a priori para que ella rechace los avances sexuales, debido a que el tabú del incesto habría perdido su función. (…) Las relaciones con niños incluirían tanto sexo genital como el niño sea capaz de recibir -probablemente considerablemente más de lo que ahora creemos-, porque el sexo genital ya no sería el foco central de la relación, pues la falta de orgasmo no presentaría un problema grave. El tabú de las relaciones adulto/niño y homosexuales desaparecerían”. [17] Pero las relaciones pedófilas tendrían dos límites, nos dice la buena Firestone pretendiendo moderarse: el límite del consentimiento del niño por un lado, y el límite corporal por el otro. De modo que si un hombre adulto desea tener relaciones sexuales con una niña o niño de cuatro años por ejemplo, sólo debe lograr su adhesión y comprobar que las dimensiones de su vagina o ano sean penetrables. La engañifa que usa Firestone para legitimar la pedofilia es muy evidente: pone par a par la capacidad de elección de un niño respecto de la de un adulto, como si ambos dispusieran de mismas cuotas de poder. Es interesante constatar que existen reconocidos militantes y teóricos del feminismo que han sido involucrados e incluso condenados por relacionarse sexualmente con menores, como es el caso de Jorge Corsi.
Como queda claro, Firestone otorga gran significancia a la legitimación de la pedofilia como parte de la revolución socialista a la que ella busca servir. Pero no es la suya una opinión aislada dentro del feminismo de los ’70: también la reconocida teórica Kate Millet ha escrito que los niños deberían “expresarse a sí mismos sexualmente, probablemente entre ellos en un principio, pero también con adultos”. [18] Y a la cuestión de la pedofilia, las teóricas feministas suman también la reivindicación del incesto. Firestone, por ejemplo, recomienda que, a los fines de que los niños no crezcan “reprimidos sexualmente”, sean los padres quienes los inicien en su vida sexual. De hecho, recomienda que la primera felación del niño sea practicada por su propia madre. ¿Y es que hay manera más determinante de reventar todo vínculo familiar que promoviendo relaciones sexuales entre adultos y niños, y entre padres e hijos? Ella sabe, a partir de Freud, la importancia que tiene para la cultura la represión del erotismo que presuntamente sentiría el niño respecto de su madre; y probablemente sepa también, a partir de Claude Lévi-Strauss, el papel que en la cultura de toda sociedad humana juega la prohibición del incesto. En efecto, no hay forma más efectiva de destruir la cultura y la familia que haciendo de la pedofilia y el incesto conductas aprobables; de los ´70 a esta parte, el feminismo radical traerá, a veces más explícitamente, otras más implícitamente, estas horripilantes reivindicaciones dentro de su programa.
La deconstrucción del sexo que trajo el feminismo con su tercera ola es compatible con una deconstrucción de la categoría “edad”. ¿Si el sexo es un dato cultural y no natural, por qué habríamos de suponer que la edad es un dato natural y no cultural? Estas suposiciones no son exclusivas de la década del ’70, sino que nos acompañan hasta hoy, de la mano de muchas ideólogas del feminismo queer, como el caso de la mencionada Butler, quien aplaude y promueve una “multiplicidad de deseos” que incluyen la pedofilia y el incesto, [19] y como el caso de Sandra Torres, quien en su libro Pornoterrorismo anota: “Nunca me he acostado con un menor (salvo cuando yo también lo era) y no sé desde mi experiencia cómo se debe sentir, quizás no suceda nada malo si la mente del adulto está lo suficientemente sana o si la del menor es lo suficientemente despierta como para canalizar las sensaciones”. [20]
Quien al menos una pisca conozca sobre la intelectualidad feminista podrá advertir que las autoras y los textos mencionados no son marginales sino, más bien, todo lo contrario: se trata de nombres de la mayor relevancia para el pensamiento feminista contemporáneo. Y podrá saber, también, que estas mismas autoras suelen ubicarse mucho más allá de las sanas reivindicaciones que alguna vez tuvo el feminismo, cuando en lugar de reclamar derechos a la pedofilia, peticionaba derechos civiles y políticos.
El correlato en la práctica está a la vista: relevantes organizaciones feministas apoyan políticamente la legalización de la pedofilia, como es el caso de la Asociación Feminista Holandesa, la cual ha firmado peticiones públicas en este sentido. Gran cantidad de organizaciones feministas tienen estrechos vínculos con la NAMBLA (North American Man/Boy Love Association) y con el IPCE (International Pedophile and Child Emancipation). A nivel de referentes en el activismo feminista, sobresalen los casos de Pat Califia, Camille Paglia, Katharina Rutschky, Luisa Velázquez Herrera y Gisela Bleibtreu-Ehrenberg, todas ellas importantes cuadros feministas que articulan sus demandas con la pedofilia.
Es que el actual feminismo en nada sirve a la mujer: al contrario, la niega y procura su destrucción (tal como se hace expreso en Monique Wittig). Bajo su máscara benevolente y bienintencionada, guarda tras de sí una estrategia imposible de visualizar para los perezosos e idiotas útiles que adhirieron al feminismo sin saber de qué se trataba: librar una batalla cultural que destruya la “superestructura” que mantiene en pie el capitalismo.
En una palabra, neomarxismo.
http://es.metapedia.org/wiki/Homosexualidad_y_pederastia
Pienso como mi vecino del 4º...esto se va al carajo.
ResponderEliminarUn beso.