Tras el tristísimo asesinato del niño
Gabriel Cruz muerto a manos de su madrastra en Almería, cabe realizar un
examen desde una perspectiva de fe, porque encierra enseñanza vital
para nuestro tiempo, que desde luego no vamos a ver ni en medios de
comunicación ni en púlpitos.
Durante meses se había venido calentando una gran campaña feminista -así
autodefinida- para el 8 de marzo, día de la mujer, respondiendo a una
convocatoria mundial, que incluía motivaciones justas pero también el
perenne mensaje de que la mujer debe alzarse colectivamente para esta
guerra moderna contra el varón, eje del mal; estas campañas disparan
contra los varones, así en general, como reivindican a la mujer en
general.
Y justo el niño es asesinado en esos días por una mujer, la madrastra
(palabra exquisitamente exlcuida en las noticias), una mujer con un
grado de banalización del mal inconmesurable pero hecho evidente sólo
porque los medios cubrieron a la saciedad lo que parecía a todas luces
la búsqueda de un niño cuya desaparición y muerte se atribuía a un
varón, enemigo y acosador de la madre biológica. Gracias a que no se
descubrió la verdad hasta varios días después, los medios siguieron
alimentando las noticias día tras día y documentando a la siniestra
asesina que disimulaba perfectamente, en un caso que pasará a los anales
de toda ciencia, criminológica, mediática, psicológica, sociológica,
pero sobre todo a la verdad esencial sobre el varón y la mujer.
Lo que tiene de enseñanza el caso es que el crimen no conoce de sexos, y
que esta generalización del sexo como causa social, producto de una
ideología ante todo clasificatoria, buscadora de culpables colectivos,
es por eso profundamente errónea y malvada. En efecto los mandamientos
divinos no establecen que haya pecados esencialmente diversos por ser
hombre o mujer, no, son mandatos para todos porque los pecados son de
todos, quizá sólo con diferencias de ejecución, por ejemplo, la envidia
la tienen varones y mujeres, pero puede expresarse en ello/as con
diferente vengatividad o simulación.
Entonces fijémonos, justo tras la gran campaña sale este caso donde una
persona asesina de un niño (varón), viene de seducir a varones maduros,
vulnerables al ser enfermos de cáncer, de cuyos bienes se apropia, y muy
posiblemente se ha deshecho de una hija de otra relación anterior,
seguramente indeseada por ser un estorbo. Es una carrera donde las
víctimas son varones vulnerables, en distintas edades, pero que incluye a
mujeres hijas esquilmadas y madres a las que mata en su corazón.
Fuera de los medios quedan tantos episodios desconocidos, como las
muertes de 150 mil niños al año en el vientre de las que hubieran sido
sus madres.
El episodio es providencial porque viene a decirle a las mujeres como a
los fariseos del tiempo de Jesús, que el origen biológico no determina
el bien o el mal; que varones y mujeres no son buenos ni malos porque lo
decidan análisis sociológicos y que ambos sexos corren a la perdición
final, cada uno con sus métodos preferentes. Naturalmente este mensaje
no quiere ser escuchado de ningún modo, pero allá en la historia,
algunos supervivientes tendrán materia para reflexión sobre lo que vino a
ser este mundo que es un hoy todavía.
Que la mujer no se deje conducir al odio, a una rebelión y venganza sin
sentido, porque no existe el hombre genérico, sólo hombres concretos,
cuyo espectro es igual de amplio que el de las mujeres: victimarios y
víctimas.
Quizá le ayudase a muchas mujeres saber
que su máxima profetisa moderna, Simone de Beauvoir, tan defensora de la
mujer, con su bestseller y libro de cabecera “El segundo sexo”,
imprescindible en toda biblioteca no ya feminista sino de cualquier
fémina de hoy, era una mujer pederasta, corruptora infantil y no sólo
eso, sino que a su pareja, el varón líder filosófico de una era, el
vitriólico Sartre, también pederasta, le “pasaba” las niñas de que ella
abusaba -seguro que dulcemente, eso sí-. Venga pues, está claro de qué
se trata con todo esto, del infierno abriéndose paso en nuestra cultura.
Marc Vincent.
http://comovaradealmendro.es/2018/03/nino-gabriel-la-campana-masiva-varon/
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