(PortaLuz).-
Hellen Rhoda es otra mujer y madre que ha decidido compartir su
historia y la de su hijo, motivada por llegar con su testimonio a otras
mujeres que como ella, enfrentan no sólo la violencia de un agresor
sexual, sino además la de quienes presionan para que maten a los bebés
que llevan en el vientre.
Aún no logra
comprender dice Hellen los argumentos de quienes querían que abortara su
hijo ¿Por qué habría de hacerlo? ¿Matar al bebé sería la justa sanción
para quien la había violado? ¿Abortar al ser humano que se gestaba en su
vientre como resultado de esa violación, cambiaría en algo lo que había
vivido? ¿Podían asegurarle que tras decidir matar a su bebé no se
provocaría a sí misma mayores daños psicológicos y físicos incluso? Todo
eso, sin mencionar lo más importante para ella… Hellen era y es
una mujer de fe, cristiana, que tenía muy claro lo que significa el
mandamiento “No matarás” y las consecuencias fatales, con impacto
eterno, para quien a conciencia viola ese mandato de Dios…
No.
Quienes habían hecho las leyes que permiten en Estados Unidos el
aborto, los mercaderes de la muerte que obtienen beneficios económicos
con este negocio de sangre, los profesionales de la salud que ejecutaban
el aborto no podían darle respuestas satisfactorias. Ella lo sabía.
Un criminal y dos inocentes
Fue
un hombre enfermo que estaba obsesionado con ella desde 2012 quien la
violentó sexualmente. “Aparentemente, pensaba que si no podía casarse
conmigo, entonces me tomaría y arruinaría mi futuro. Bueno, al principio
sí que parecía que lo había conseguido”, comenta Hellen.
Habiendo
nacido y formada en una familia cristiana, tenía por anhelo casarse con
un hombre de fe, que amara a Dios como ella. De lo contrario, dice, no
sería posible que ella siquiera lo considerase. Esta fue la razón por la
que había rechazado la oferta de matrimonio que le hizo quien sería
luego su agresor.
“Lo encontré cerca de
mi casa y rápidamente empezó a convencerme de que me casara con él. Era
médico y decía que trabajaba para el hospital John Hopkins (Baltimore,
USA). Prometió que haría cualquier cosa por mí. A mí no me importaba qué
dijera pues nunca me iba a casar con un hombre que no fuera cristiano.
Lo rechacé pero siguió insistiendo una y otra vez y me preguntó si, al
menos, podía ir a tomar una taza de té con él. Al final accedí pero en
un local próximo a mi casa por si ocurría cualquier incidencia”.
En
aquella ocasión salió indemne. Algunos meses después, “el 13 de mayo de
2015”, recibió otra vez una llamada pidiéndole verla. Ella se excusó
diciendo que estaba ocupada, pero el individuo estaba en la puerta de su
casa. Parecía tranquilo y era amable recuerda Hellen, así es que no
temió y finalmente aceptó acompañarlo a un local cercano…
“Qué
poco sabía yo que había tramado un plan para violarme. Cuando llegamos
al restaurante yo pedí mi usual Coca Cola y me la sirvieron mientras él
pedía una Fanta. No sé explicarlo pero, repentinamente, empecé a
tener mucho calor y sueño y la siguiente vez que recuerdo algo estaba
en el coche de ese hombre sin ropa interior, débil y con mucho dolor.
Evidentemente, me había violado. Él sonreía. Yo me enojé sobremanera
pero ya era tarde. Me dejó en el andén y ésta fue la última vez que puse
mis ojos en él. Cuando se lo conté a la policía estaba segura
de que lo detendrían pero, a día de hoy, no tengo noticias ni de una
detención ni de que siga la investigación”.
El mal presentado como bien
Agobiada
se hizo de inmediato las pruebas para detectar el virus del SIDA y la
de embarazo. Esas primeras fueron negativas pero repitió un par de días
después y esa segunda muestra mostró lo que se temía: estaba
embarazada. En ese momento, todo el mundo -recuerda Hellen- le daba
razones para abortar. Primero fueron sus amigos y luego la familia que
al enterarse que se trataba de un embarazo por violación le decían
intentando aminorar la gravedad de la decisión: “¡Pero sí lo único que
tienes que hacer es tomarte una pastilla!”
La
ahogaban y en ese momento, comenta, se aferró a su fe. Pero era una
batalla la que estaba librando… Sabía que muchos quizás la juzgarían si
continuaba con ese embarazo no estando casada, independiente de que
hubiera sido violada. Tal vez perdería el trabajo y sus ahorros,
porque no querrían tener en plantilla a una persona que estuviera
esperando un hijo sin estar casada. Decenas de emociones e ideas
atiborraban su mente.
“Bueno,
todas las razones eran de peso pero no lo suficiente como para terminar
con la vida de otro ser humano. No me podría imaginar que sólo por la
malévola acción de su padre biológico yo acabaría con la vida de este
pequeñito quien había llegado a este mundo para ser alguien grande. Mi
violador era un enfermo y un embustero. Luego se supo que, de hecho,
jamás había trabajado en el hospital John Hopkins”.
Consagrado para Dios
“Cuando
mi hijo nació, lo llamé Ellis, que significa: Consagrado para Dios.
Estoy contenta de haberme quedado con él a pesar del elevado precio que
tuve que pagar. Siendo yo misma huérfana sabía lo duro que sería
educarle pero estaba empeñada en hacerme cargo y cuidar de él. Quería
amarlo, satisfacer todas sus necesidades y conseguir que se convirtiera
en una gran persona. Quería que tuviese la mejor educación, los mejores
cuidados médicos y todo lo mejor para que se desarrollara bien”.
La
decisión para llevarla adelante involucraba también dinero que ella no
tenía, pero durante su embarazo, buscando ayuda, encontró la web Save
the 1 (Salvar El 1). Allí -comenta Hellen- conoció a personas en
situaciones similares a la suya, como Rebecca Kiessling, que le dieron
mucha esperanza y ánimos. “Ellas entendían mi dolor. Espero
aprender cómo ayudar mujeres en mi misma situación. De hecho, ya he
aprendido mucho de los que forman parte de esta organización. Dios les
bendiga”.
http://www.forumlibertas.com/hijo-fue-concebido-una-violacion-rechace-aborto-inocente/
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