Para cuestiones que son más sencillas de
estudiar empíricamente, como las que se refieren a las tasas de datos
de salud mental para subpoblaciones identificables de minorías sexuales,
la investigación ofrece algunas respuestas claras: estas subpoblaciones
muestran tasas más elevadas de depresión, ansiedad, abuso de sustancias y suicidio en comparación con la población general.
Frecuentemente se alega una hipótesis, el modelo de estrés social (que
sitúa el estigma, el prejuicio y la discriminación como causas
principales de las mayores tasas de pobre salud mental para estas
subpoblaciones), como forma de explicar esta disparidad. Aunque los
individuos no-heterosexuales y transgénero son con frecuencia objeto de
factores de tensión social y de discriminación, la ciencia no muestra que esos factores por sí solos expliquen la totalidad, ni siquiera la mayoría, de las disparidades en la salud entre la población no-heterosexual y transgénero y la población general. (...)
Algunas de las opiniones más extendidas sobre la orientación sexual, como la hipótesis de "haber nacido así", simplemente no están apoyadas por la ciencia.
La literatura en este área sí que describe un pequeño conjunto de
diferencias biológicas entre los no-heterosexuales y los heterosexuales,
pero estas diferencias biológicas no son suficientes para predecir la orientación sexual, que es la prueba última de todo hallazgo científico.
La afirmación más fuerte que la ciencia ofrece para explicar la
orientación sexual es que algunos factores biológicos parecen
predisponer, en medida desconocida, a algunos individuos a una
orientación no-heterosexual.
La idea de que "se nace así" es más compleja en el caso de la identidad de género. Por un lado, la evidencia de que nacemos con un género dado parece bien soportada por la observación directa:
los varones se identifican abrumadoramente como hombres y las hembras
como mujeres. El hecho de que los niños nacen (con algunas excepciones
de individuos intersexo) biológicamente hombres o mujeres está fuera de todo debate.
Los sexos biológicos juegan un papel complementario en la reproducción,
y en la población media hay numerosas diferencias fisiológicas y
psicológicas entre los sexos.
Sin embargo, aunque el sexo biológico es un hecho innato de los seres humanos, la identidad de género es un concepto más impreciso.
Al revisar la literatura científica, encontramos que casi nada se
comprende bien cuando buscamos explicaciones biológicas de qué es lo que
causa que algunos individuos afirmen que su género no se corresponde
con su sexo biológico. (...)
A pesar de la incertidumbre científica, se prescriben y aplican intervenciones drásticas
sobre pacientes que se identifican, o son identificados, como
transgénero. Esto es especialmente problemático cuando los pacientes que
reciben estas intervenciones son niños. (...)
Creemos que nadie puede determinar la identidad de género de un niño de 2
años. Tenemos reservas sobre en qué medida entienden los científicos
incluso lo que significa para un niño tener un sentido desarrollado de su propio género.
Pero independientemente de eso, nos alarma profundamente que estas
terapias, tratamientos e intervenciones quirúrgicas parecen
desproporcionadas a la severidad del disgusto que esperimentan estos
jóvenes, y en cualquier caso son prematuras, puesto que la mayor parte de los niños que se identifican con el género opuesto a su sexo biológico dejarán de hacerlo cuando sean adultos.
http://www.religionenlibertad.com/una-revision-sobre-500-estudios-cientificos-refuta-todos-los-postulados--51492.htm
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