Anécdota que hirió al orgullo gay
Al inaugurarse una universidad un periodista entrevista al rector recién iniciado en funciones:
– ¿Admitirán profesores homosexuales?
– Sí, a un profesor homosexual lo admitiremos; pero a un profesor gay o a una profesora lesbiana no.
– No comprendo lo que dice, ¿me lo podría explicar?
– El homosexual es quien tiene
tendencia sexual significativa hacia personas del mismo sexo, pero no
reivindica públicamente esta inclinación como fuente de derechos; en
cambio, el gay y la lesbiana sí reclaman, públicamente, que sus cópulas
sexuales sean reconocidas como estilo de vida legítimo y pretendiendo
derechos. En esta universidad se admitirá a un profesor homosexual, pero
no a un profesor gay o a una profesora lesbiana.
– ¿Y cómo saber si un profesor es homosexual o gay o lesbiana?
– Si es homosexual nunca lo
sabremos, pues en las entrevistas laborales no preguntamos qué
inclinaciones sexuales tiene el aspirante, pues no es justo ni adecuado
hacerlo. Pero quien es gay o lesbiana se sabe porque la persona exhibe
sus inclinaciones y deseos sexuales reclamando trato especial. Si los
que desean trabajar aquí tienen inclinación por la pornografía,
o tentaciones de infidelidad, o inclinaciones heterosexuales u
homosexuales, es algo que no compete a la universidad indagar. Pero eso
no implica que debamos tolerar a profesores impudorosos que expresen
ante sus alumnos los propios deseos sexuales; y lo dicho vale tanto para
quien manifiesta sus deseos heterosexuales como homosexuales. Y si es
necesario nos defenderemos con la ley.
La reacción
Esta breve anécdota que hirió al orgullo gay me valió ser objeto de un extenso artículo periodístico: La diferencia entre gay y homosexual y
el colapso del servidor donde estaba alojado mi blog gratuito. Recuerdo
el temor experimentado por comentarios agresivos procedentes de todo
el mundo y la eventual supresión de la anécdota de Internet.
Cuatro años después, con ocasión de los
eventos recientes que tuvieron tanta notoriedad púbica, conversé con un
amigo, que publica artículos de forma semanal en un reconocido diario.
Me dijo que este tema genera tanta controversia y es de sesgos tan
ideológicos que lo pensaría dos veces antes de publicar algo
relacionado.
Sin entrar en asuntos como la dignidad
de la persona humana y su sexualidad ni en valoraciones éticas que
darían pie para utilizar el abundante material disponible, me limito a
citar brevemente el mejor estudio científico que he visto sobre el tema.
Se trata del artículo de 109 páginas, publicado también en español, por
dos eminencias de la psiquiatría a nivel mundial: el Dr. Lawrence S.
Mayer y el Dr. Paul R. McHugh, ambos del Johns Hopkins University. La seriedad científica del documento está respaldada por las décadas de experiencia de los investigadores y por los centenares de estudios y documentos estudiados para el presente informe.
Es significativa la dedicatoria del Dr.
Mayer al inicio del documento: “Dedico mi trabajo en este informe, en
primer lugar, a la comunidad LGBT, que padece una tasa desproporcionada
de problemas relacionados con la salud mental en comparación con la
población general. Debemos hallar formas de aliviar ese sufrimiento.” Para los interesados, el site donde se puede leer dicho estudio se encuentra en: http://www.thenewatlantis.com/publications/number-50-fall-2016
En el resumen ejecutivo se menciona:
“Este informe ofrece una explicación minuciosa, resumida y actualizada
de los resultados de investigaciones en el ámbito de las ciencias
biológicas, psicológicas y sociales acerca de la orientación sexual y la
llamada “identidad de género.” Esperamos que esta exposición facilite
la labor de los médicos, científicos y ciudadanos en general, a la hora
de abordar las dudas que tienen algunas personas en nuestra sociedad.”
A continuación, reproduzco algunos de los hallazgos fundamentales de este estudio:Primera Parte: Orientación sexual
• Las pruebas científicas no respaldan
la visión de que la orientación sexual es una propiedad innata y
biológicamente fija del ser humano (la idea de que los individuos “nacen
así”).
• Si bien hay pruebas de que los factores biológicos, como los genes y las hormonas, están asociados a la conducta y a la atracción sexual, no existen explicaciones convincentes de que la orientación sexual en los seres humanos tenga una causalidad biológica determinista. Aunque los científicos han detectado ciertas diferencias menores en la estructura y la actividad cerebral de sujetos homosexuales y heterosexuales, esos descubrimientos neurobiológicos no aclaran si son innatas o fruto de factores ambientales y psicológicos. No aclaran si son causa o efecto de conductas humanas.
• Los estudios longitudinales en adolescentes apuntan a que la orientación sexual en algunas personas podría ser bastante flexibles a lo largo de la vida. En este sentido, en un estudio se estimaba que hasta un 80% de los adolescentes del sexo masculino que indican una atracción hacia el mismo sexo dejan de sentirla al alcanzar la edad adulta (no obstante, algunos investigadores cuestionan hasta qué punto esa cifra refleja realmente los cambios en la atracción hacia el mismo sexo o es consecuencia de defectos metodológicos de la encuesta).
• Se encuentran antecedentes de haber sufrido abusos sexuales dos o tres veces más frecuentemente en personas que no son heterosexuales en comparaciones con personas heterosexuales.
• Si bien hay pruebas de que los factores biológicos, como los genes y las hormonas, están asociados a la conducta y a la atracción sexual, no existen explicaciones convincentes de que la orientación sexual en los seres humanos tenga una causalidad biológica determinista. Aunque los científicos han detectado ciertas diferencias menores en la estructura y la actividad cerebral de sujetos homosexuales y heterosexuales, esos descubrimientos neurobiológicos no aclaran si son innatas o fruto de factores ambientales y psicológicos. No aclaran si son causa o efecto de conductas humanas.
• Los estudios longitudinales en adolescentes apuntan a que la orientación sexual en algunas personas podría ser bastante flexibles a lo largo de la vida. En este sentido, en un estudio se estimaba que hasta un 80% de los adolescentes del sexo masculino que indican una atracción hacia el mismo sexo dejan de sentirla al alcanzar la edad adulta (no obstante, algunos investigadores cuestionan hasta qué punto esa cifra refleja realmente los cambios en la atracción hacia el mismo sexo o es consecuencia de defectos metodológicos de la encuesta).
• Se encuentran antecedentes de haber sufrido abusos sexuales dos o tres veces más frecuentemente en personas que no son heterosexuales en comparaciones con personas heterosexuales.
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