miércoles, 5 de abril de 2017

Transgénero: engaño popular

Consideremos el notable fenómeno del transgenerismo. Un trastorno de identidad de género que afecta a un minúsculo número de estadounidenses se ha convertido en un objeto de controversia culturalmente polarizador.
Su influencia –captando la atención pública y exigiendo cambios sociales- ha sido extraordinaria, desproporcionada en relación al número de personas insatisfechas con su género.
Mientras que la izquierda política ha hecho suya totalmente la agenda transgénero como un “derecho civil” al que sólo se oponen los intolerantes y las personas llenas de odio, mucha gente ve el movimiento como un ataque concertado contra los usos y costumbres tradicionales, un asalto indisimulable a las normas, las costumbres y la moralidad convencionales.
El fenómeno transgénero es claramente la punta de lanza del movimiento LGBT, al que ha dado un fuerte impulso la decisión del Tribunal Supremo sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo, que incluye en la definición de libertad el derecho de la gente a “definir y expresar su identidad”.
Para el movimiento LGBT, esto incluye literalmente el derecho a decidir sobre el propio género, a exigir el derecho a un género alternativo (dado que el género es maleable, hay otras opciones además de hombre o mujer), a que la sociedad reconozca esa opción como un derecho civil, y en última instancia a ser aceptado como una forma de vida normal.
Sin embargo, vender el transgenerismo como una forma de vida normal puede ser difícil. Mientras que las personas sin prejuicios pueden estar de acuerdo en que los gays o las personas con confusión de género no deberían padecer discriminación, en general la gente no parece dispuesta a aceptar el género como un simple artificio social ni a asumir que la gente pueda tener el género que elija. Estas controversias, que constituyen el fundamento conceptual del transgenerismo, chocan con la realidad: la diferencia biológica entre los sexos.
Se trata de un engaño popular similar a la moda de las personalidades múltiples y la histeria de los “abusos en rituales satánicos”
El transgenerismo rechaza las leyes naturales de la biología y trastoca la naturaleza humana. La fundamentación filosófica del movimiento lo define como un engaño popular similar a la moda de las personalidades múltiples y la histeria de los “abusos en rituales satánicos” y la “memoria recobrada” de abusos infantiles que se difundió en los años 80 y 90.
Estas dos últimas implicaban extrañas acusaciones de abuso de niños y resultaron en la persecución y vida arruinada de los falsamente acusados.

Dibujo de un abuso satánico
Dibujo de un abuso satánico / Wikimedia
Esos engaños populares se caracterizan por una falsa creencia que no se apoya en ninguna evidencia científica o empírica y tienen una capacidad de contagio que supera al pensamiento racional e incluso al sentido común.
Esta tendencia demasiado humana a abandonar el juicio crítico individual y seguir la corriente de la masa lo facilitan enormemente los medios de comunicación social. Lo más importante, sin embargo, es que recibe el imprimatur de los “expertos”.
Quienes realmente deberían saber más se apuntan a la histeria. Así como los “profesionales de la salud mental” de hace una generación apoyaban los engaños sobre abuso infantil, e incluso participaban en la persecución de los injustamente acusados, del mismo modo han alimentado el fuego del engaño transgénero.
El movimiento transgénero recibió un gran impulso cuando la APA (The American Psychiatric Association) eliminó el “trastorno de identidad de género” de la lista de “trastornos” psiquiátricos, reclasificándolo como “disforia de género”
El movimiento transgénero recibió un gran impulso cuando la APA (The American Psychiatric Association) revisó su edición de 2013 del Diagnostic and Statistical Manual of Psychiatric Disorders (DMS-5), y eliminó el “trastorno de identidad de género” de la lista de “trastornos” psiquiátricos, reclasificándolo como “disforia de género”.
Más que validar científicamente la agenda transgénero, la actuación de la APA fue una llamativa dimisión de la responsabilidad personal en beneficio de la corrección política.
A diferencia de las enfermedades médicas, los trastornos psiquiátricos carecen de marcadores biológicos diagnósticos: no hay datos físicos ni tests de laboratorio ni estudios de imágenes.
Los diagnósticos psiquiátricos consisten en la comprobación de listas de síntomas determinados por el consenso científico. No debe sorprender que ese proceso sea exquisitamente reactivo a los vientos culturales y políticos dominantes.
Ante la ausencia de marcadores biológicos que definan las enfermedades, son infinidad las enfermedades mentales y emocionales que pueden denominarse trastornos psiquiátricos.
Puede ser muy beneficioso para un movimiento activista movido por un interés cualquiera apuntarse el éxito de legitimar su causa como un trastorno mental, y también para una industria farmacéutica inclinada a recurrir a los fármacos psicotrópicos para tratar cualquier nueva enfermedad mental.
 http://www.actuall.com/criterio/familia/los-transgenero-peones-de-la-agenda-lgtb-un-psiquiatra-desmonta-la-nueva-pseudociencia/

2 comentarios:


  1. Susana, el dibujo me ha puesto los pelos de punta.
    Yo no entiendo de esa enfermedad o lo que sea, pero creo que los que la padecen y sus familias, deben de sufrir mucho.
    Un besito

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  2. Por eso deben buscar ayuda. Un beso.

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